Opinión

Chile post pandemia

En Chile, urge avanzar en la solución de temas como la mala calidad del aire, la escasez de agua en la zona centro-norte, el monocultivo forestal y la industria minera.

Por: Diario Concepción 24 de Abril 2020
Fotografía: Florencia Alvez Marin

Florencia Álvez Marín
Colectiva – Justicia en Derechos Humanos

El 22 de abril de 1970 el senador estadounidense Gaylord Nelson convocó a estudiantes, profesores y organizaciones civiles a una manifestación que recogía ideas sobre ecología y conciencia ambiental bastante innovadoras para la época. Años más tarde, se instauraría dicha fecha como “El Día de la Tierra”.

Hoy, a 50 años de aquel día, la pandemia por coronavirus nos obliga a reflexionar sobre el estrecho vínculo que existe entre la salud humana, animal y ambiental. La crisis generada por la aparición y propagación del virus, cuyas más graves consecuencias -sanitarias, sociales y económicas- están aún por venir, nos impulsa a observar (aún más) críticamente a Chile y al mundo. Nos insta a planificar la sociedad que pretendemos construir. Incluso en medio de la incertidumbre ello es posible, y necesario.

La conmemoración del Día de la Tierra adquiere hoy un alcance inusitado. El efecto global de las decisiones de autoridades al otro lado del mundo nos ha golpeado, literalmente, en la cara. La crisis sanitaria que atravesamos debería ayudarnos a ver nítidamente la necesidad de enfrentar, con convicción, los desafíos que amenazan la forma en que conocemos la vida sobre la Tierra.

Los anuncios y proyecciones sobre los efectos del cambio climático, o emergencia climática, han dejado de ser especulaciones. Son una realidad que ha superado los peores pronósticos científicos. Más de 17,2 millones de personas desplazadas por el clima el año 2018, según la Agencia de la ONU para los Refugiados, quienes producto de desastres naturales asociados al clima -huracanes, sequías, inundaciones, incendios, etc.- debieron abandonar sus hogares y buscar nuevos horizontes. Este es uno de los efectos más visibles y graves de la emergencia climática, hasta ahora.

En Chile, y solo por mencionar algunos de los conflictos latentes, urge implementar mecanismos para avanzar en la solución de temas tales como la mala calidad del aire – especialmente en las denominadas zonas de sacrificio-, la escasez de agua en la zona centronorte, el monocultivo forestal y la industria minera. Cada uno de estos asuntos se entreteje con las vidas de las personas y comunidades afectadas, por lo general grupos vulnerables que no reciben beneficios ni mejoras de ningún tipo por la implementación de proyectos de explotación en su entorno.

El 22 de abril, en que conmemoramos el Día de la Tierra en medio de una pandemia, una de las pocas certezas que tenemos es que deberemos cambiar radicalmente la forma en que vivimos y nos relacionamos. Propendamos con todas nuestras fuerzas y capacidades que dicho cambio sea integral, uno que nos permita avanzar hacia una forma de vida sostenible para los humanos y para el planeta.

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