Opinión

En vez de la desesperanza

Por: Diario Concepción 17 de Abril 2020
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra
Presidente Fundación República en Marcha

En la mitología griega. El estado primordial, primitivo del mundo es el Caos. Este era según los poetas, una materia eterna de forma muy vaga, indefinible, indescriptible, en que estaban confundidos los principios de todos los seres particulares. El Caos era por así decir, al mismo tiempo una divinidad rudimentaria, pero capaz de fecundidad. Primero engendro a la noche y más tarde a Érebo y a su vez Érebo engendro al Día y este trae consigo la Luz.

Para Octavio Paz, en su poema “Primavera y Muchacha”: “La luz bebe luz en tu boca, tu cuerpo se abre como una mirada, como una flor al sol de una mirada, te abres, belleza sin apoyo, basta un parpadeo, todo se precipita en un ojo sin fondo, basta un parpadeo, todo reaparece en el mismo ojo, brilla el mundo, tú resplandeces al filo del agua y de la luz, eres la hermosa máscara del día.

La esperanza es como el sol, si sólo crees en ella cuando la ves, nunca superarás la noche (Star Wars), de ahí como luz a la conciencia colectiva, el amanecer desde la esperanza nos llena de desafiantes opciones que han de permitir fecundar renovada fe en la humanidad para en los caminos que explore para el desarrollo, el progreso y hacer frente a los nuevos paradigmas en aras de recorrer los caminos que orienten nuestros pasos hacia un futuro común.

En el país con los niveles más elevados de desconfianza interpersonal de la OCDE y donde las instituciones languidecen en cuanto a su confiabilidad, se puede reconstruir confianzas a partir de pactos y acuerdos que deben fundarse en no retroceder en cuanto al libre emprendimiento como motor de progreso, ni dejarse tentar por forma alguna de totalitarismo, los pactos no pueden fundarse ni en el individualismo, ni en el asistencialismo sino en la colaboración.

La colaboración es la que da paso a tejidos sociales fuertes y a ecosistemas más aptos, para la creatividad, la innovación y la permanente incorporación de valor de un sistema productivo enfrentado a nuevas formas de demanda y a nuevas formas de vida, que vienen ya no solo de la mano de la disruptiva cuarta revolución industrial sino también de los efectos de la Pandemia.

No es el remplazo de la globalización, el que nos conducirá por la senda del progreso, sino el remplazo de las tentaciones nacionalistas, por la solidaridad y la cooperación.

Antonie Saint-Exupery, en el Principito señala: “Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.

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