Opinión

Estamos en una limpieza mundial

Debemos tener amor, Amor grande. No querer ser amado, sino que querer ayudar a otros.

Por: Diario Concepción 14 de Abril 2020
Fotografía: Alejandro Oliva Alarcón

Alejandro Oliva Alarcón
Director Nueva Acrópolis, sede Concepción

Estamos en una limpieza mundial, pero nosotros debemos colaborar con nuestra pureza. Debemos barrer, lavar, airear y quemar…

Barrer es purificar, barrer sin levantar polvo, es no querer echarles la culpa a otros. Debemos llegar a los rincones más alejados, hacerlo dulcemente, sin enojo.

Lavar, irradiar energía. Poner energía donde no la hay. La angustia nos quita energía. A veces las personas se enferman sin estarlo… Airear, darle espacio a la conciencia. Nos dicen que mantengamos distancias de otras personas, pero interiormente es dar más espacios a la psiquis. Donde hay tensión, angustia, dejar entrar aire.

Quemar es redimir, es lanzar al fuego de la voluntad todos los errores, y si falla la voluntad está la disciplina. La redención es transformar lo negativo en positivo. El ave fénix, renacer de las cenizas.

La corrupción se debe redimir. Primero en nosotros, para enseñarle a otros. Quemar no es destrucción total, sino lo que sobra, todo lo inútil acumulado. Por ejemplo, grandes enemigos como la pereza, la violencia, la agresividad y el egoísmo.

Estar donde se nos necesita. Hay que alejarse de la ansiedad de riquezas y poder externo. Lo que está pasando es una consecuencia de una ambición desmedida. Y para estar donde se nos necesita, debemos ser generosos y nuestra presencia debe estar en nuestro interior antes que en las calles.

Debemos tener amor, amor grande. No querer ser amado, sino que ayudar a otros. Necesitamos amar a la humanidad, amor verdadero, es fácil odiar a la humanidad. Hoy todo nos separa, la enfermedad nos separa. Hay que acopiar amor más que alimentos, solo así podremos levantar a los débiles.

No podemos fallar, es una responsabilidad como seres humanos, ahora debemos actuar. Es el momento de las verdaderas pruebas, de estar unidos. No fallarnos en lo individual, ni en lo colectivo. Nuestros corazones llenos de fraternidad, generosidad, fortaleza y alegría. Renovarnos día a día.

No tenemos tantos hospitales, pero sí virtudes que trasmitir, para levantar al caído. Debemos aprender, es un momento de impurezas, hay que saber barrer, lavar, airear, quemar.

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