La comunidad es la esperanza

06 de Marzo 2020 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Augusto Parra
Presidente de la Fundación República en Marcha

La caja de Pandora tiene su origen en la mitología griega que explica cómo los humanos se volvieron mortales y cómo todos los males fueron instalados en la humanidad.

Según la mitología griega descrita en la obra poética de Hesíodo, llamada Teogonía, que significa “origen de los dioses”, el titán Prometeo provoca la furia Zeus (dios del Olimpo) al dar a conocer el fuego al hombre. Frente a la “desobediencia” de Prometeo, Zeus convoca a todos los dioses, donde, por un lado, cada uno entregaba una de sus virtudes para crear a Pandora y, por otro lado, entregaba una desgracia para ser guardado en lo que se llamaría la “caja de Pandora”

Pandora fue enviada junto con la caja a la tierra de los hombres para seducir al hermano de Prometeo llamado Epimeteo, quién cae en la armadilla y la convierte en su esposa. Pandora, ya casada con Epimeteo, debido a su curiosidad e ingenuidad abre la “caja de Pandora” en la tierra de los hombres, esparciendo todos los males que los dioses tenían guardados ahí, incluyendo, por ejemplo, las enfermedades, la muerte, la violencia, el desespero, entre otros. Sin embargo, el último de los elementos reservado por la propia Pandora en el sarcófago, una vez que se percató de la confabulación en la que había sido utilizada, es la esperanza.

La expiación y purga de pecados de avaricia, vanidad e individualismo, al no haber visualizado adecuadamente las urgencias de los más necesitados y los abusos de algunos que nos han llevado a la liberación de los más diversos males, que han de cernirse sobre nuestra amada patria. En ningún caso pueden ajusticiar y atormentar a los propios ciudadanos, menos aún a los desvalidos y vulnerables y quienes sin distinción han sido presa de diversos abusos en el tiempo. Sin desconocer nuestros avances y progreso. Cabe sin ambigüedad condenar la violencia, el matonaje, el chantaje y el terrorismo, y abrir paso a agendas sociales que permitan construir progreso, inclusivo y sostenible.

El debate constitucional desprovisto de contenido y capturado por instituciones políticas ensimismadas y autoreferentes, que parecen no tener capacidad de ver un horizonte más lejano que el electoral y en un debate lisonjero que parece despreciar el dialogo democrático constructivo, entregados a la monserga y el slogan, parecen más parte de los males liberados del sarcófago de pandora, que virtud de los dioses, para alcanzar la anhelada paz social.

No sigamos buscando respuestas en instituciones desbordadas y pongámonos de pie para liberar la esperanza en forma de luz a la conciencia colectiva. Parece ser preciso que sea la comunidad, la fuerza viva incontrarrestable que sin distinción de colores políticos, credos religiosos, raza, género o condición social la que esta vez se movilice con fuerza para restituir la paz, defender nuestra democracia, recuperar el Estado de derecho, garantizar nuestras libertades, restituir el Orden Público, resguardar nuestro patrimonio colectivo, material y espiritual y aquellos bienes más preciados por nuestra sociedad.

El segundo desafío comienza el día después del plebiscito y más allá de vencedores y vencidos, esperando una amplia y legitimadora participación el 26, será la hora de desdramatizar cualquier resultado y comenzar a construir caminos de dialogo y reencuentro en torno a un pacto social para construir un futuro común en un Chile fracturado a partir del día 27.