Hoy las tecnologías nos permiten analizar de modo “online” la información sobre fenómenos sociales.
Jorge Sanhueza Asensio
Abogado, docente de Innovación y Emprendimiento
El uso de las tecnologías en acontecimientos sociales es de larga data. Lutero empleó la imprenta para extender su Reforma por toda Europa. Kennedy utilizó hábilmente la televisión para imponerse frente a un desgarbado Nixon. El teléfono móvil contribuyó a la derrota de Aznar en España, luego de los atentados de Atocha, y además permitió el desarrollo de la Primavera Árabe. La diferencia es en que hoy las tecnologías nos permiten analizar de modo “online” la información sobre estos fenómenos sociales.
Por otro lado, recientemente vivimos un proceso de consulta ciudadana por parte de varias municipalidades de nuestro país, focalizada en la cuestión constitucional (en algunos casos) y otras materias de interés de cada comuna; donde -parte de las ciudades- utilizaron medios digitales para emitir la opinión de sus vecinos. Bajo la clasificación de actitudes ante la tecnología expuesta por Christian Kerschner y Melf-Hinrich Ehlers (A framework of attitudes towards technology in theory and practice); nos consideramos entre los entusiastas/tecnofílicos; sin embargo, en estas materias no se puede desconocer que frente a procesos electorales vinculantes (en la opinión de muchos expertos en el tema), aún no existen las garantías suficientes para utilizar estos medios.
Entonces, cómo podemos mejorar la participación ciudadana con el uso de las tecnologías. Uno de los creadores de Chilecracia, el destacado físico César Hidalgo, en su libro: “El Triunfo de la Información: La Evolución del Orden: De los Átomos a las Economías”; postula que para entender “… la naturaleza y esencia del crecimiento económico es necesario trascender las ciencias sociales y prestar más atención a la ciencia de la información, las redes y la complejidad que ambas suponen”. Ese mismo ejercicio -creemos- se puede extrapolar para comprender fenómenos como los acontecidos últimamente en nuestro país, Chilecracia es muestra de aquello.
Finalmente, reconociendo el esfuerzo desplegado en la consulta municipal reciente y el trabajo realizado en la plataforma creada por Datawheel (que derivó luego, en una plataforma similar para Colombia y el Líbano; Colombiacracia y Lebanocracia respectivamente); creemos que para que se ejercite una verdadera “Democracia Inteligente”, no sólo se deben utilizar las tecnologías para abordar los grandes temas o propuestas; es necesario también que cada vecino tenga la posibilidad de decidir o ser consultado -periódicamente- sobre asuntos más domésticos de su comuna o barrio (sentido de una calle, ubicación de un paradero, inversión en áreas verdes a modo de ejemplos). Sin ser expertos en la materia, el “domicilio electoral” y la “clave única” pueden ser herramientas que ayuden a dar mayor seguridad a dichas consultas. Esperemos que prontamente los municipios, a través de la información recabada en consultas frecuentes y por medios digitales; puedan tomar las mejores y más participativas decisiones para sus conciudadanos.