Opinión

Un feliz Año Nuevo, más justo e inclusivo

Por: Diario Concepción 30 de Diciembre 2019
Fotografía: Luis Cuevas | Facebook

Luis Cuevas
Jefe operación social territorial Hogar de Cristo Concepción

No queremos ser la voz de los más necesitados; queremos escuchar voces. “No puede ser que el 1% de la población concentre el 30% de la riqueza; eso es violento”; “No hay oportunidades de surgir” o “Todo se podría solucionar con una vivienda digna, con que los papeleos del Serviu no sean tan burocráticos”.

Estas son algunas de las frases de personas de sectores vulnerables que participaron en los Círculos Territoriales, asambleas organizadas por las fundaciones Hogar de Cristo, Techo y Fondo Esperanza, cuyo objetivo fue ahondar sobre cómo han vivido los más pobres el estallido social del pasado 18 de octubre hasta ahora.

En nuestra región participaron más de mil personas, el 74,5% fueron mujeres y un 25,5% hombres. Esta mayoritaria representación femenina se explica en la capacidad de organización de las pequeñas emprendedoras de Fondo Esperanza. Dentro de las emociones más frecuentes, el 34,3% de los participantes expresó sentir Esperanza, mientras que un 33,8% declaró sentir Rabia, un 30,7% Miedo y un 30% Tristeza. Nos debíamos esa lucidez.

En Bío Bío hay niveles de desigualdad que son una herida permanente en la vida de los más pobres: nuestro territorio representa la cuarta región del país con mayor exclusión escolar, lo que sólo es garantía de perpetuar la pobreza. En Concepción hay 500 personas viviendo en la calle, lo que da cuenta de los niveles segregación escolar, territorial, urbana, que son fuente de alta conflictividad social. Lo triste es que no queremos escucharlo, tal vez porque los pobres gritan menos, salvo cuando amenazan nuestra “seguridad ciudadana”.

Cerramos este 2019 con rabia, miedo, tristeza, pero también con esperanza. Si este año nuevo logramos avanzar en otro trato más humano, consciente y solidario, en especial con los más vulnerables, las personas de calle, los que tienen consumo problemático, los que padecen discapacidad mental, será un gran avance. Si educamos a nuestros hijos para que nunca más usemos nombres despectivos que perpetúan el estigma de la pobreza –loca de la plaza, el curado de la esquina, el flaite del pasaje-, estaremos más cerca de la justicia y más lejos de la desigualdad. No se trata de ser la voz de los que no la tienen; se trata de escuchar con atención a los que no vemos e incluirlos en la construcción de un Chile más justo y digno para todos.

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