Opinión

Uso de la inteligencia (no química) para disolver manifestaciones

La utilización de productos químicos en manifestaciones debiera ser regulado también a través de procedimientos de evaluación de riesgos para utilizarlos en la población humana.

Por: Diario Concepción 22 de Diciembre 2019
Fotografía: Raphael Sierra P.

Dr. Ricardo Figueroa
Dr. Ricardo Ibarra
Facultad de Ciencias Ambientales
Centro Eula-Chile
Universidad de Concepción

Ha sido noticia nacional el uso de sustancias químicas utilizadas por Carabineros de Chile, para disolver las manifestaciones durante estos últimos meses en el país.

Sin embargo, el tema es que se hace utilizando protocolos que autorizan a Carabineros a agregar las sustancias químicas utilizadas en las bombas lacrimógenas (CS y gas pimienta), en el agua utilizada para dispersar a los manifestantes en el estallido social chileno.

Es importante indicar que ambas sustancias son permitidas para su uso en manifestaciones, de acuerdo a la convención de armas químicas, y que no se les considera “armas químicas” propiamente tales.

En paralelo, la aparición creciente de secuelas en los manifestantes (posiblemente también en los carabineros que manipulan estos elementos) en la forma de dermatitis, quemaduras o heridas, son una señal preocupante y particular, pues se trata del uso de compuestos químicos tóxicos de manera intencional.

Más allá de que el uso de la química para disuadir manifestaciones es de larga data, una cosa es el poder disuasivo que tienen estos elementos sobre la población, y otra los efectos tóxicos verificados durante estos días. De esto último, hay variada evidencia en la prensa. También es probable que ahora sea más notorio debido a la prolongada duración de este fenómeno social, pues la experiencia indicaba que las manifestaciones se extendían un plazo de tiempo menor.

En este escenario, hoy tenemos la evidencia directa del uso de estas sustancias en la ciudad de Concepción, a través del análisis (perfil cromatográfico con espectrometría de masas) de muestras de agua proveniente del popularmente conocido “guanaco” o carro lanza-aguas, tomadas en manifestaciones distintas y de carros distintos.

El principal compuesto utilizado en las bombas lacrimógenas y también en el agua del “guanaco”, resulta poseer características que van más allá de sólo actuar como irritantes lacrimógenos. De hecho, la información disponible sobre sus efectos en humanos data de hace más de 50 años, de acuerdo a un comentario publicado en la prestigiosa revista internacional Nature en septiembre de este año (Kaszeta, 2019).

Frente a todo ello, entonces urge hacer una revisión actualizada sobre estos aspectos, a la luz del avance del conocimiento científico. El uso de productos químicos en manifestaciones debiera ser regulado también a través de procedimientos de evaluación de riesgos para utilizarlos en la población humana. Entendiendo asimismo que la exposición de los ciudadanos a estos elementos ha sido prolongada por casi dos meses, y de eso no hay registros en la literatura científica.

Tenemos entonces dudas razonables sobre la preparación de estos elementos disuasivos, que nos hacen cuestionarnos si se puedan incorporar otros químicos como la soda cáustica (hidróxido de sodio), con el fin de facilitar la disolución de estos elementos en el agua (los productos son poco solubles en agua entonces cambiando el pH del agua se pueden disolver más fácilmente), y así también nos preguntamos si las dosificaciones son realizadas por especialistas.

Adicionalmente, con sorpresa nos hemos enterado que la literatura científica indica a Chile, como uno de los compradores más importantes de los principios activos lacrimógenos a nivel mundial, lo que no deja de preocupar, ya que esto ocurrió antes del estallido de octubre de 2019.

La pregunta que finalmente nace es si existen formas alternativas o más inteligentes de controlar las manifestaciones, sin el uso de sustancias químicas.

A nosotros nos parece que es perfectamente factible. La evidencia que existe en países desarrollados indica que es posible controlar disturbios sin el uso de productos químicos. De hecho, se puede encontrar en línea una serie de manuales de control de disturbios civiles, que hacen más uso de la táctica e inteligencia que al de productos químicos que al final del día no sabemos que efectos tienen sobre los manifestantes y sobre quiénes lo usan.

La evidencia indica que debemos tener más cuidado en su aplicación en las manifestaciones en nuestro país y actuar sobre la base del principio precautorio.

 

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