República, Democracia y Capital

Augusto Parra Ahumada
Presidente de la Fundación República en Marcha

La República a la que debemos dar paso se debe fundar sobre un acuerdo civilizatorio coherente con sus principios rectores, que no dejan cabida a interpretaciones ni a suerte alguna de relativismo cuando se trata de principios comunes, que cimientan las estructuras de base de la construcción de la casa común, que son el respeto al Estado de Derecho, la valoración y cuidado de la democracia, como único vehículo para resolver las controversias por vías pacíficas y una categórica condena a la violencia.

Pues quienes llaman a la insurrección o la desobediencia civil, mal comprendida, se ponen al margen de la Ley, el Estado de Derecho y evidencian su desprecio por la democracia y la paz.

Es sólo a partir de este piso posible construir un futuro común.

En defensa de la democracia, debemos generar las estructuras que conduzcan al Poder en función de Objetivos, orientados a los valores republicanos, de la inclusión en la nación como proyecto colectivo tanto en el plano material, como en el plano del respeto a la diversidad y la plena inclusión de las minorías, el Poder desregulado y sin control, tanto en manos de un Estado Omnipotente, como en manos de una elite económica, tienta a la tiranía. Y es un Estado en cuanto suma de todos los ciudadanos, de carácter regulador y orientado al bien común, el único camino posible, para garantizar, la cohesión social, la democracia y la República en toda su dimensión y extensión.

En el plano económico, debe fundarse en nuevos paradigmas, que den respuesta a los desafíos que impone la revolución científica y tecnológica y hacerse fuerte en la inversión sobre reglas claras y estables, incorporando valor y cadenas de valor de manera permanente, para la competitividad y la generación de riqueza, con sólidas bases en la economía del conocimiento, en la innovación y el desarrollo, en las economías verdes y circulares, en la cooperación y en el valor compartido a partir de la mirada del capitalismo de Stakeholders, planteado por Klaus Schwab, en la década de los 70 del siglo pasado, a través del foro de Davis, y en plena consonancia con los Objetivos del Desarrollo Sostenible del Pacto Global de la ONU. Es la mirada de una economía inclusiva y fuertemente orientada al bien común, para superar las antagónicas formas de capitalismo del siglo XX, el extraccionista en beneficio sólo de los accionistas y aquel asfixiante de un Estado omnipotente, que destruye la libertad y que mostró su fracaso e inviabilidad en el mundo.

El combate a las desigualdades, debe ser abordado por la República, conciliando libertad con igualdad en un justo equilibrio, y por cuanto es necesario comprender que hay dos formas de desigualdad una horizontal, que es absoluta y medimos con el Gini y que incluye la desigualdad por ingresos y una vertical, que dice relación con la desigualdad de trato, con aquella que es en dignidad y derecho (ante la Ley) y es en esta segunda donde la República debe concentrar sus esfuerzos, para pasar de lo formal a lo real en cuanto a que nacemos libres e iguales en dignidad y derechos.

La nueva República, ya no debe hacer frente a la monarquía, sino a las amenazas a la democracia, comenzando por el populismo, la demagogia y los caudillismos, debe hacer frente a la corrupción, el abuso y las concentraciones de poder, que tientan a las distintas formas de tiranía, cuya base posible es en una revolución ética que oriente al bien común a cada actor de la sociedad.

No es hora de caminos refundacionales, es hora de insistir y defender con fuerza el aporte civilizatorio de los Derechos Humanos, que deben ser observados en cada rincón, de defender el valor de la democracia liberal representativa, como vía de expresión de las mayorías, con pleno respeto e inclusión de las minorías y de preservar la economía de libre emprendimiento como generadora de riqueza y como el mejor camino para superar la pobreza, avanzando en inclusión, sostenibilidad y justicia.