Es hasta cierto punto intranquilizador que haya tanta preocupación por encontrar planetas parecidos a la tierra, sin fijarse en gastos, da la impresión que hay gente que está más enterada que nosotros de lo que está sucediendo en realidad.
Cada cierto tiempo, se descubre un nuevo cuerpo espacial promisorio para cambiarnos de casa, se procede con inconfesado optimismo a describir porque resulta atractivo como lugar de residencia para entusiastas seres humanos, como el Kepler-452b, no se dice que pasó con el Kepler-425a. El planeta en cuestión es un poco más grande que la Tierra, algo así como el 60 por ciento, lo que ya basta para que la gravedad sea cercana al doble, o sea nos sentiríamos el doble de pesados.
Tiene cosas parecidas; orbita alrededor de un sol más viejo que el nuestro, con aproximadamente la misma temperatura, en 385 días, lo que obligaría a poner un nuevo mes en el calendario. “Este es hasta ahora el planeta que más se asemeja a la Tierra y algo que podemos llamar hogar”, explicó uno de los científicos de la inefable Nasa, ya que está en el rango de zona habitable, con temperaturas adecuadas para que el agua pueda existir en su forma líquida, por lo que aumenta las posibilidades de que haya vida, como la conocemos.
La dificultad reside, por el momento, en la distancia, ya que nuestro planeta candidato a colonia se encuentra a 1.400 años luz de la Tierra, en la constelación de Cygnus, pero ya habrá algo que ponga remedio a ese inconveniente, basta con encontrar una fisura espacio- temporal, por ejemplo. Ojalá no se demoren demasiado, ya que de seguir portándonos con nuestra Tierra como lo hacemos, no tendremos otra alternativa que mandarnos a cambiar.
PROCOPIO