Aunque no se conoce la fecha exacta de la fundación de la Universidad de Oxford, hay evidencias de su existencia en ese pueblo en 1096, es así la universidad de habla inglesa más antigua del mundo y la segunda más longeva que sigue abierta. La universidad creció rápidamente desde 1167 cuando Enrique II de Inglaterra usó el simple expediente de prohibir que los estudiantes ingleses asistieran a la Universidad de París.
Como consecuencia de una descomunal gresca entre los estudiantes y los habitantes de Oxford, para conseguir residencias universitarias, algunos profesores se fueron a Cambridge, donde fundaron la que sería la Universidad de ese nombre. Además, el ambiente estaba muy revuelto por el asesinato de dos estudiantes acusados de violación en 1209, que resultaron ser inocentes. La Universidad fue entonces disuelta y reabierta en 1214, recibiendo, en 1231, la carta oficial de Universidad.
Los estudiantes de entonces no eran los aristócratas que ahora siguen estudios allí, sino jóvenes pobres, criados por curas harapientos y eternamente muertos de hambre, mediante turbios manejos conseguían financiamiento de esporádicas olimpíadas alcohólicas en las tabernas locales, así que la conducta en general dejaba bastante que desear.
En fin, a veces los comienzos son modestos. Cada vez mejor, la Universidad establece, en 1878, facultades para las mujeres, las que fueron admitidas completamente en 1920, un año más tarde, modestamente, que en la Universidad de Concepción, nacida un año antes de esa fecha.
Cambiando lo que haya que cambiar, mutatis mutandis, esa universidad y la nuestra, como todas las otras que hacen las cosas en serio, tienen más en común de lo que se piensa.
PROCOPIO