Más atentos que nunca a la posverdad

04 de Noviembre 2019 | Publicado por: En el Tintero

En una reciente columna en el diario catalán La Vanguardia, el periodista Lluís Uría daba cuenta de una realidad alarmante: “Nunca antes como ahora se habían difundido tantas noticias falsas y tan rápidamente. Las nuevas tecnologías y modos de intercomunicación social son los detonantes de este fenómeno. Pero la causa principal, como lo ha sido siempre -los rumores son tan antiguos como la humanidad-, es la credulidad. Y no deja de ser paradójico que sea la desconfianza hacia los medios de comunicación tradicionales la que empuje a mucha gente a entregar alegremente su confianza a cualquier fuente que se aparte de la línea oficial, sin saber quién está detrás y qué oscuros intereses esconde”.

Planteada la absurda paradoja de “no confiar en lo que conoces, ergo confía en en el primer desconocido que te aborde”, queda en evidencia una problemática evidenciada por diversos estudios académicos: que las noticias falsas son más compartidas que las verdaderas. ¿Por qué? Simple: porque están construidas para generar una respuesta desde la emoción, desde la trinchera de los sentimientos, de los gustos personales o de la visión de mundo. La realidad, en tanto, suele ser porcentualmente más aburrida.

En efecto, un estudio de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sobre 376 millones de interacciones de usuarios de Facebook relativas a 900 noticias confirmó que la gente “sigue la información que se alinea con sus puntos de vista”. En otras palabras, sólo escucha lo que quiere oír.

En estos tiempos de profesionalización de la mentira, de campo fértil para manipuladores con propósitos particulares, ofrecen un importante desafío a los medios tradicionales y profesionales de las comunicaciones: el de trabajar con más celo, ética y sentido de responsabilidad, comprometidos siempre con la verdad.

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