Opinión

Una reina con las cosas claras

Por: En el Tintero 22 de Octubre 2019

Ni su papá creía que sería para tanto, pero una vez reina, Isabel de Castilla comenzó a tomar clases de latín y en pocos meses dominó el idioma. Paralelamente, buscó en la lectura el complemento ideal para su formación. Así, debidamente asesorada por el claustro de la Universidad de Salamanca, reunió una amplia biblioteca con 400 textos impresos, amén de una buena colección de manuscritos, que fueron la base de la espléndida biblioteca de El Escorial creada por su bisnieto Felipe II.

La impronta cultural, de protofeminismo y de mecenazgo de Isabel de Castilla quedó patente en muchos otros ámbitos del arte. Formando una corte culta y abierta al mundo del saber, de las integrantes que se conocen se puede nombrar a Lucía de Medrano, Beatriz Galindo, Mencía y María de Mendoza, Luisa de Sigea la Minerva, entre otras, con el requisito exigido por su majestad; la certeza de que con el estudio se recreaban en “el dulce gusto del saber”.

Su otro lado era menos literario, Isabel I de Castilla, al contrario de los que había sucedido en tiempos de su padre Juan II y su hermano Enrique IV, no sólo tenía en mente obtener varias victorias en el campo de batalla, sino que pretendía algo mucho más ambicioso: acabar de una vez por todas con el poder islámico en la Península, no paró hasta que logró la capitulación de Boabdil, el último rey moro de Granada, después de siete siglos de ocupación.

La historia la dejó como la esposa de Fernando de Aragón, el par de reyes católicos, pero desde la partida sus contemporáneos la tenían mucho más claro “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”, no está mal para el cierre del siglo XV.

PROCOPIO

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