Se trata de ese tipo de investigaciones altamente interesantes, por la frecuencia e impacto del fenómeno a observar y porque afecta a todo público, cual más, cual menos; saber cómo la política, en grandes dosis, puede resultar tóxica y dañosa. Había sospechas por confirmar, ahora hay datos para tomarlas en serio.
Efectivamente, con campañas interminables, polémicas en redes sociales, ciclos de noticias de 24 horas, debates electorales, mítines, posverdades e infundios, es imposible escapar de la política, incluso para el observador casual. Una nueva investigación de la Universidad de Nebraska-Lincoln sugiere que con todo ese despliegue estamos enfermando por la política.
La investigación, dirigida por un politólogo de esa universidad, analiza exhaustivamente los costos físicos y emocionales de prestar atención y participar en el discurso político, asunto que ocupa una parte considerable de espacios y tiempos en la sociedad, sobre todo en escenarios altamente polarizados.
El 11,5% de los encuestados admitía que la política había afectado negativamente a su salud física. El 31.8% afirmó que la exposición a los medios de comunicación que promocionaban puntos de vista contrarios a sus creencias fueron un fuerte motivo de acaloramiento y exaltación. El 29,3% admitió haber perdido los estribos como resultado de la política. Uno de cada 5 encuestados también aseguró debido a diferencias sobre ideas políticas se habían visto dañadas algunas de sus relación de una amistad y un 22.1% admitió que les importa demasiado quién gana y quién pierde las elecciones.
Visto de esa manera, no es de extrañarse que muchos decidan tomar a la política con pinzas, ya que puede ser peligrosa para la salud.
PROCOPIO