El término proxemia se refiere a la percepción que el ser humano tiene de su espacio personal respecto a otros, con el importante resguardo que las distancias pueden ser influenciadas por la cultura y otros factores y presentar entonces variaciones por diferentes estándares de espacio interpersonal en otras latitudes. En las culturas latinas, por ejemplo, esas distancias relativas son más pequeñas y en las culturas nórdicas es lo contrario, también pueden depender de la situación social, el sexo y la preferencia individual.
Se describe tres distancias; la personal que se da entre 46 y 120 centímetros, empleada en la oficina, reuniones, conversaciones amistosas o de trabajo, es decir a la distancia de un brazo. La distancia social: se da entre 120 y 360 centímetros, es la distancia que nos separa de los extraños y se utiliza con las personas con quienes no tenemos ninguna relación amistosa; puede ser con la dependienta de un comercio, el albañil, los proveedores, como ejemplo. La distancia pública: se da a más de 360 centímetros, es la distancia idónea para dirigirse a un grupo de personas y se emplea en las conferencias o charlas y finalmente la distancia íntima: la distancia entre 15 y 45 centímetros, o muchísimo menos, que es la más protegida por cada persona, para aceptar esa cercanía debe haber mucha confianza y en algunos casos unión emocional o afectiva.
Invadir estas distancias puede ser interpretado como una forma de violencia o acoso, por lo cual hay que andar con pie de plomo, sobre todo en los pies de cueca, en fondas y ramadas donde estas distancias son imposibles de respetar. Por suerte los que andan por allí, por lo general, saben poco de proxemia.
PROCOPIO