La situación política hacia fines de 1822 era de gran inestabilidad y las tres provincias existentes participaron activamente en los sucesos que afectaron al país a lo largo de ese año. El desprestigio del gobierno de O’Higgins, la hostilidad ante la centralización ejercida por la capital, manifestada en el quiebre de las relaciones entre las tres provincias chilenas: Coquimbo, en el norte, Santiago, en el centro, y Concepción, en el sur del país.
Debido a la crisis económica que afectó al país, la provincia de Concepción se halló especialmente perjudicada a raíz de una baja en la producción de sus campos. En los últimos meses de 1822 se presentaron signos de desabastecimiento y las repetidas demandas de sus habitantes no encontraron eco en el Gobierno, lo que llevó a un clima de general preocupación y descontento que afectó directamente a las relaciones interprovinciales.
Las provincias de Coquimbo y Concepción plantearon sus reivindicaciones económicas y políticas al gobierno central, aludiendo al problema de la centralización mantenida por el gobierno y a una distribución inequitativa de las entradas del fisco, lo que impedía una administración eficaz y realizar obras que facilitaran las comunicaciones y el desarrollo económico.
Sin mandarlo a decir con nadie, le señalaron al Director Supremo que su responsabilidad y deber estaban dirigidos hacia la nación entera. Se protestó que Santiago no actuara como capital de la nación, sino como capital de su provincia, obrando bajo sus propios intereses y desentendiéndose del compromiso con el resto del país.
Se dice que quién no conoce la historia corre el riesgo de repetirla. En eso estamos.
PROCOPIO