La historia de la minería chilena es antigua y dramática, la riqueza lograda a costa de mucho sacrificio y sufrimiento. Un testimonio emblemático de esa historia es el hombre de cobre. En 1899, el ingeniero francés Mauricio Pidot, arrendatario de la mina “La Descubridora”, que estaba en parte en el actual sitio minero de Chuquicamata, dirigía trabajos de excavación en el lugar. Repentinamente ocurrió un desmoronamiento de tierra que dejó al descubierto el cuerpo momificado de un hombre recostado, junto a algunas herramientas indígenas utilizadas en trabajos mineros.
La momia presentaba una característica particular; estaba recubierta por una capa verde de cobre, mineral que, junto a las características climáticas de la zona norte, permitió que el cuerpo se conservara en excelentes condiciones, su data correspondía al año 500 d.C. aproximadamente, representa a uno de los primeros casos de muerte a causa de un accidente minero, pues se cree que este hombre murió por asfixia, luego de que un derrumbe lo dejó atrapado. Lamentablemente, el Hombre de Cobre no está en Chile, sino que se encuentra en el Museo de Historia Natural de Nueva York, habiendo sido expuesto como atracción en la Exposición Panamericana. Buffalo New York de 1901. No se ha conseguido su repatriación.
Hasta pasada la segunda mitad del siglo XIX, la capacidad física de los mineros constituyó la fuerza motriz de la minería en nuestro país. Con el avance de los años y de la tecnología, los mineros sumaron a sus tareas la manipulación de explosivos y maquinaria pesada, expuestos a elementos nocivos, como el arsénico y el gas grisú, en las minas de carbón.
En un tardío reconocimiento a los trabajadores mineros, el año 2009, se publica la Ley N° 20.363, que establece como Día Nacional del Minero el 10 de agosto de cada año, un día como hoy, más cercano en su tiempo en nuestra región, con la riqueza generada en las minas de Coronel y Lota, y la larga relación de tragedias y miseria. La fecha sirve para reconocer la tarea de miles de mineros que ayudan a forjar un mejor país.
PROCOPIO