Opinión

Las expectativas se cobran

No se debe prometer lo que no depende de nosotros. En economía los temas nunca estarán en manos del gobierno.

Por: Diario Concepción 01 de Agosto 2019
Fotografía: Cedida

Luis Felipe Vergara
PhD, Académico Universidad Andrés Bello

Quizá hasta ahora el mayor pecado del actual gobierno de Sebastián Piñera sea haber excedido con creces las expectativas de un “Chile en Marcha”, a sabiendas además, que ellas eran imposibles de cumplir. Veníamos de un gobierno azotado por una crisis económica, que golpeó con fuerza a los commodities y que tuvo por largo tiempo a nuestro principal producto, el cobre, bordeando los 2 dólares la libra, pero que pese al paupérrimo crecimiento, sí había cumplido -para bien o para mal- con las reformas estructurales con las que se había comprometido: educación, tributaria y laboral.

En esta oportunidad Chile Vamos nos prometió “Tiempos Mejores”, basados primero en una recuperación económica y luego un crecimiento sostenido, con la captación además de 600 mil empleos (también prometieron que Chile no se transformaría en Chilezuela, pero esto último no resiste análisis).

A la izquierda el votante no le exige como condición excluyente crecimiento económico, el ciudadano en ese caso busca reformas que cambien a Chile, causas como justicia social, igualdad en derechos y libertades individuales. Sin embargo, a la derecha se le exigen principalmente dos cosas: seguridad y economía. Ejemplos de ello son Bolsonaro y Trump; por lo mismo, si ambas promesas no se cumplen pueden poner otros temas a la palestra, pero la opinión pública va a seguir castigándola.

Puede el ministro Nicolás Monckeberg adornar el empleo de mil formas, pero la opinión de la gente es otra; son percepciones, es cierto, pero en comunicación política, siempre las percepciones superan la realidad.

Esta sensación se incrementa con la incapacidad de La Moneda para comunicar empáticamente. Todo es extremo: si no se apoya un proyecto, son antipatriotas; si se critica un viaje como al Medio Oriente, se ofenden; si se cuestiona una medida, se comparan con el gobierno anterior; o si se producen 12 bajas consecutivas de las bencinas y el presidente Tuitea que Chile está en marcha, sin pensar en el posterior rebote de 14 subidas seguidas. Así no se comunica.

Volviendo a las expectativas, el 2017 ya se sabía que la crisis mundial no iba a dar tregua, pese a ello, Piñera se empecinó en prometer que su gobierno retomaría la senda de crecimiento, le funcionó el primer año gracias a la base de comparación, pero ya en el segundo año fue esa misma base la que hoy lo tiene del cuello. Paradójicamente, las mismas razones que daba el gobierno anterior para la crisis, son las que hoy se usan: las reformas y los vaivenes de la economía mundial. Hoy tenemos un enfriamiento real, tanto en el crecimiento que está a la baja, como en la producción industrial y manufacturera; además de un estancamiento en los empleos y sueldos.

Situación similar sucedes con la seguridad, no aprendió Piñera con su promesa de “delincuentes se les acabó la fiesta” y volvió a la carga. No es un tema de mayores penas o cárceles. Chile es el país con más reos por habitantes de Latinoamérica y el segundo de la Ocde, luego de EUA, pero la percepción de inseguridad sigue igual y la propuesta de militarizar el tema sólo ahondará el problema, como lo ha sido en Brasil, Filipinas e Israel.

Siendo así, no se puede prometer lo que no depende de nosotros, y en economía, como en seguridad, los temas no están en las manos del gobierno, nunca lo han estado y difícilmente lo van a estar.

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