Los españoles quedaron convencidos que esa vez habían resultado ganadores, lograron derrotar, someter a tortura y ejecutar al cacique Huepotaen, quien, por sus habilidades de estratega, había tenido casi en jaque al gobernador Alonso de Sotomayor, el cual había asumido su captura como primera prioridad.
Le esperaba una rápida desilusión, contrario a lo que creyó el máximo jefe español en la zona, sus sobresaltos estaban lejos de terminar con la muerte del jefe mapuche. Su lugar fue ocupado por Janequeo, su joven mujer, que había jurado, “lavar con sangre española la muerte de su esposo”.
Su verdadero nombre era Anuqueupu, que en lengua mapuche significa pedernal afilado, puede ser que por lo brava y expedita. Sin reparar en la inferioridad de condiciones, se dedicó a derrotar a las tropas españolas que andaban por estos lados durante el siglo XVI, demostrando no solo inteligencia y un talento natural para la estrategia, sino un particular liderazgo. Una de sus actuaciones más aplaudidas fue cortar la cabeza el capitán Cristóbal de Aranda con sus propias manos, un gesto ritual y obligado con los oficiales enemigos, nada personal.
Con la ayuda de su hermano Huechuntureo asumió, ya investida como lonco, el liderazgo de un verdadero ejército que recibió el apoyo de indios puelches del otro lado de Los Andes. Tras varias batallas y enfrentamientos se perdió el rastro de esta heroína, quién se habría trasladado hasta Voipir, ahora Villarrica, para descansar y evitar que la apresaran.
Bien mirado es otra situación donde el poder femenino fue rápidamente dejado en segundo plano, puede ser para muchos sorpresivo que el nombre de esta calle de nuestra ciudad sea el de una mujer.
PROCOPIO