Opinión

De engaño y aprovechamiento

Cuando se vive bajo una oligarquía de este tipo, siempre surge alguna crisis que tiene prioridad sobre asuntos aburridos como la atención sanitaria o la contaminación.

Por: Diario Concepción 31 de Julio 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Presidente de Corbiobío
Abogado, magíster en Filosofía Moral

Según Abraham Lincoln: “Puedes engañar a toda la gente en algún momento, y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a toda la gente todo el tiempo”.

El historiador israelí Yuval Noah Harari  afirma que cuando un gobierno es corrupto y no consigue mejorar la vida de la gente, un número suficiente de ciudadanos acabarán por darse cuenta de ello y lo sustituirán. Sin embargo, esta afirmación se hace completamente ilusoria cuando se controlan los medios de comunicación, ya que se puede impedir que la verdad se haga evidente o al menos, se puede manejar que es lo que se informa y cómo se da a conocer esta información. La certeza de una realidad puede relativizarse dependiendo del prisma con que se aborde.

Este énfasis determina su veracidad. Es decir, se le pueden poner ripios al camino de la verdad. “Mediante su monopolio sobre los medios, la oligarquía gobernante puede acusar repetidamente de sus fracasos a otros y desviar la atención hacia amenazas externas, ya sean reales o imaginarias”.

Perfectamente se pueden exagerar las consecuencias de una conducta aislada y repletar la agenda mediática valiéndose del sufrimiento ajeno. Visitar a las víctimas de estos hechos excepcionales no con un afán de honesta repulsividad frente a su desgracia, sino como una manera de aprovecharse de su oportuno dolor y entre las paredes que aíslan a los todo poderosos, agradecer el siniestro o el atentado que ha sido consumado cobardemente en el momento preciso para atiborrar la prensa de anuncios contradictorios que ninguna vinculación tienen con el desdichado evento, pero del que se puede sacar algún beneficio, con un hipócrita rictus de preocupación, cuando da la impresión que algunos, en silencio obviamente, celebran el acontecimiento, en lugar de repudiarlo sinceramente.

El mismo autor señala que “cuando se vive bajo una oligarquía de este tipo, siempre surge alguna crisis que tiene prioridad sobre asuntos aburridos como la atención sanitaria y la contaminación. Si la nación se enfrenta a una invasión externa o a una subversión diabólica, ¿quién tiene tiempo de preocuparse por los hospitales abarrotados o los ríos de contaminados? Creando un torrente interminable de crisis, una oligarquía corrupta puede prolongar su poder indefinidamente”. De este modo, siempre pasa algo, aunque no se trate de un gobierno necesariamente corrupto ni haya fraguado las acciones distractoras, existe un velado afán por explotar la fatalidad de otros para ocultar deficiencias del sistema, de los que sacan alguna importante utilidad partidarios y financistas o para ocultar su propia incompetencia.

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