Opinión

Adolescentes y horario límite

Por: Diario Concepción 31 de Julio 2019
Fotografía: Agencia UNO

Los alcaldes que buscan limitar el horario de circulación de menores de edad dicen que replican esta medida de Islandia, pues el gobierno de este país, logró reducir notablemente, los índices de consumo de alcohol en menores de edad.

Sin embargo, un estudio de Harvey Milkman, profesor de la Universidad de Reikiavik, evidencia que el Estado implementó medidas para reemplazar dichos elementos tóxicos por alteraciones químicas cerebrales saludables. Es decir, aquellas relacionadas con la actividad deportiva y el arte, permitiendo a los jóvenes estar en mejores condiciones para enfrentar su propia vida y aumentar la autoestima.

Sumado a esto, realizan periódicamente una encuesta a todos los adolescentes del país con preguntas sobre su calidad de vida. Aprobaron la norma que restringe la circulación de menores de edad, junto a un compromiso firmado de los padres de compartir horas de calidad con sus hijos, y aumentaron el presupuesto para centros artísticos y deportivos, fomentando la integración social.

En Chile, sin embargo, la propuesta tiene evidentes deficiencias. En primer lugar, no se ha fundado en algún estudio que analice nuestra situación social, siendo que estamos ubicados en el lugar 44° del índice de desarrollo humano del Pnud, mientras Islandia ocupa el 17°, lo que determina las condiciones de vida de nuestros adolescentes. Luego, los esfuerzos apuntan a detectar las infracciones horarias y  cada alcalde propone métodos rudimentarios, como apoyo de voluntarios feligreses de iglesias evangélicas (la Florida), brigadas de padres para vigilar (Peñalolén) y, la peor de todas, el traslado de niños donde estén sus padres o a un tribunal, de parte de Carabineros (Quilpué), propendiendo que los menores de edad se vean a sí mismos como infractores. Tampoco se atenderá su opinión, incumpliendo Convenios internacionales que consagran su derecho a expresarse libremente y nada se dice del trabajo coordinado con padres, ni del aporte estatal para garantizar el acceso a actividades comunitarias de calidad.

En conclusión, intentamos a ciegas copiando intuitiva y parcialmente un modelo, sin implementar medidas integrales fruto de un esfuerzo sostenido de todos los involucrados, muy lejos del modelo islandés.

Rocío Sánchez
Facultad de Derecho
Universidad Andrés Bello

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