Según uno de los científicos más connotados de conservación ambiental, los árboles son la cuerda de salvación que la naturaleza ha tenido la gentileza de mandarnos, de ahí para adelante depende de nosotros, como resulta optativo para el náufrago tomar el cordel que le tiran para sacarlo del agua.
La última declaración en el Tercer Informe sobre Cambio Climático, elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente (2018), la actividad silvícola en Chile “es el único sector que consistentemente absorbe CO2, lo que lo convierte en el más importante por su potencial de mitigación”. Los árboles son de la máxima relevancia para avanzar en mitigaciones al cambio climático, al serla mayor infraestructura biológica del planeta y los mejores captadores de anhídrido carbónico. No existe en el mundo tecnología capaz de replicar la fotosíntesis, el milagro de cambiar gas carbónico por oxígeno, sin embargo, todos los árboles realizan este trabajo sin aspavientos.
La conclusión más evidente es que el planeta necesita más árboles, manejados sabiamente, más aún con el debido respeto, los bosques son un recurso natural que ofrece soluciones de largo plazo para satisfacer las demandas propias del desarrollo económico. Estamos olvidando una realidad, la deforestación y degradación representa un 20% de las emisiones mundiales de CO2. Todo lo anterior, en un contexto donde la demanda por madera se triplicaría hacia 2050, augurando un aumento de la tala y deforestación ilegal de bosques nativos.
Según el World Economic Forum, el único material que puede satisfacer de manera sustentable las necesidades de vivienda en el mundo en los próximos años es la madera. Hay que ser harto ciego para no querer ver los árboles y los bosques.
PROCOPIO