Opinión

La escuela como espacio ciudadano

Con esa ética dominando, proyectamos un peligroso ciudadano del futuro: poco empático e intolerante, y proclive a ser presa fácil de discursos dogmáticos.

Por: Diario Concepción 29 de Junio 2019
Fotografía: Cedida

Ricardo Ortiz Cayún
Director Escuela Hogar Charrúa
DAEM- Cabrero

Para muy pocos es novedad que al hablar de nuestro sistema educativo lo hagamos con líneas similares a las que usa Peña, quien lo describe como “un sistema educacional cuya fisonomía expresa, casi con la fidelidad de un retratista, a los sectores sociales del que provienen los alumnos, es un sistema que, además de injusto, deteriora el espacio de lo público”.

Reflexionar en torno a ese espacio público, no es algo que se haga con frecuencia. Incluso cuando se han dado oportunidades para ello, por ejemplo, cuando se ha polemizado acerca de la selección, el mérito y el efecto par.

De lo anterior, no podemos omitir aquello que con tanto fervor nos presentaron Fontaine y Urzúa en “Educación con patines”. Su conclusión: descartar la importancia de efecto par en los aprendizajes cosa que sin tantos aspavientos fue dicho por Illanes. Por otro lado, nos confirmaron que el talento es una realidad. En torno al mérito y el talento: no es posible omitiendo el efecto familia.

Tampoco está demás, comentar aquello que afirmó Shamus Khan respecto de ese mito: “donde la élite alega mérito hay privilegio”. Lo cual, para el caso chileno fue en su momento tan bien ilustrado por un ex ministro: “les puedo decir que muchos alumnos de mi clase eran completamente idiotas; hoy son gerentes de empresas. Lógico, si tenían redes. En esta sociedad no hay meritocracia de ninguna especie”.

Por estos días, se renuevan todas estas líneas de un cuasi debate y nuevamente las ideas giran en torno a estos lugares comunes. Respecto de lo no considerado hasta ahora, nos preguntamos: ¿es la escuela aquel espacio para el cual la narrativa internacional señala como insustituible la presencia del Estado, es decir, centrado en la integración social, la pluralidad no excluyente y la equidad?

Una posible respuesta es que definitivamente en el Chile actual incumbe cada vez menos o muy poco la conexión con otros. Que el debate se frustre básicamente, porque lo que importa no es otra cosa que mi esfuerzo… mi negociación y mi vida.

Frente a ello, no es relevante el sentido de lo colectivo de la escuela. Prima el sentido individual. Con esa ética dominando, proyectamos un peligroso ciudadano del futuro: poco empático e intolerante y proclive a ser presa fácil de discursos dogmáticos. No es aventurado presumir que cuando estemos allí, lamentaremos haber perdido un escenario tan propicio para lo público como la escuela.

Etiquetas