Los que viven o pasan por allí, están comprensiblemente orgullosos, basta con sentarse un rato para ver una bandada de torcazas sobre un roble, escuchar el canto de un rayadito desde el bosque, ver el vuelo de una garza grande, o cientos de taguas en el agua y un poco más allá, unas gaviotas dominicanas.

No se trata de una reserva natural, sino del entorno del embalse artificial del Parque Angostura en nuestra región, parte de la central hidroeléctrica homónima de Colbún. El gerente de Medio Ambiente declara, bastante ufano, que los pájaros se han convertido en los vecinos más numerosos, muchos que antes no se veían en el sector. Los pájaros llegaron solos.

El año pasado se hizo un censo de aves en el sector, se contabilizaron 76 especies, 98% de ellas nativas. Una de ellas está clasificada como casi amenazada; el Pato anteojillo y otras como de preocupación menor, como el Hued hued y el Pato cuchara. Los últimos en llegar fueron los cisnes de cuello negro, considerados en peligro.

Para compartir el avistamiento con más personas, se ha instalado una cámara de alta resolución en un sector del embalse donde hay gran afluencia de aves, desde hace pocos días cualquier mortal puede ir por allí a mirar en una pantalla las aves de una forma no invasiva. Además, con un joystick de fácil uso, pueden mover la cámara en 360 grados y hacer zoom en las especies que les interesan.

Dependiendo de la conducta de los visitantes se piensa organizar visitas en terreno para ver los pajaritos en vivo y en directo. Aunque lo más rescatable es que en esta situación, una instalación industrial humana ha permitido multiplicar la vida de otras especies. Buena y esperanzadora cosa.

PROCOPIO