Sacerdote Enríquez

02 de Marzo 2019 | Publicado por: Diario Concepción

Una vez más, un portal de internet ha publicado una carta anónima cuyo autor dice ser el padre de un joven que, en el año 2002, habría sido violado en el Seminario Menor de Concepción, por el rector de la época, Hernán Enríquez. Es la cuarta carta que el portal, sin informar identidad alguna, publica.

Al leerla me encuentro con afirmaciones contradictorias, erróneas y falsas, en relación a las cartas anteriormente publicadas y en declaraciones hechas por su autor en tribunales y MCS. Sobre ellas quisiera referirme:

1.- Se habla de las conclusiones a las cuales habrían llegado “los investigadores”. Falso,  sólo hubo un investigador quien nada concluye sino que se limita, como es su deber, a informar sobre los antecedentes reunidos en la investigación.

2.- El autor pretende justificar la falta de testimonio de la supuesta víctima por un tema de edad y de procesos de maduración, cuestión que es cierta en muchos casos de abusos reales, pero aquí quien escribe olvida informar que el “hijo”, ya con más de 30 años, este 2018, al igual que el 2009, nuevamente se negó a declarar ante la Fiscalía Regional y ante los Tribunales de Justicia. Pero que, al mismo tiempo, sí lo hizo, este 2018, ante el investigador eclesial.

3.- En la carta se dice que no se ha actuado en lo civil porque el delito está prescrito, pero no dice que el 2009 los padres declararon ante Tribunales, para luego no realizar diligencia alguna y negándose a colaborar con la investigación. Tampoco se dice que en 2009 y 2018 los tribunales decretaron sobreseimiento definitivo no por prescripción, sino porque no existen elementos que sostengan la denuncia.

4.- El autor acusa a Enríquez de no actuar como un verdadero cristiano, porque “no ha dado la cara”. El único que desde un principio ha dado la cara es Enríquez; nunca se ha negado a declarar ante la justicia civil o eclesial, nunca ha ocultado su nombre; más aún, ha conversado con MCS de la zona a rostro limpio. ¿Quién esconde la cara?, el autor de la carta que hasta el día de hoy no tiene el actuar cristiano cuya carencia reprocha a Enríquez, quien sí se ha hecho presente donde se le ha requerido.

5.- Al concluir, quisiera destacar un punto que me parece clave. La carta señala lo siguiente: “Ahora, en relación al hecho en propiamente tal, si el acto sexual  de pederastia […] fue violación, agresión, abuso, etc., le corresponderá valorarlo, calificarlo y juzgarlo a los propios administradores de justicia canónica… que en todo caso cualquiera de ellos son de tal gravedad que marcan de por vida a un menor”. No cabe duda de la gravedad de los delitos mencionados, pero el asunto no es que se quiera rebajar el grado del delito, sino el asunto es que aquí existe una incongruencia entre los relatos, tanto es así, que ya no es capaz de reafirmar la violación y menos reiterada que afirmó en tribunales civiles como eclesiásticos y en sus cartas, sino que da a entender -porque lo adjetiva de grave- que opta esta vez por hablar de abuso.

En este último punto, no se trata de que él  haya descrito los hechos y con ignorancia los haya calificado equivocadamente y, por lo tanto, la autoridad sea la encargada de tipificarlos; el asunto es que él aseguró la existencia de ESE tipo de delito desde un primer momento, delito que, por lo demás, para distinguirlo no requiere más que un grado básico de educación, la que se da por supuesta absolutamente en él, más aún en su cargo de director de un colegio y poseedor de una serie de posgrados, autoría de libros y viajes por el mundo, como en más de alguna ocasión lo ha señalado.

José Luis Astete
Abogado