Opinión

Sobre el humor, los gustos del público y la soberbia

Por: Diario Concepción 28 de Febrero 2019

En los últimos días me ha llamado mucho la atención el nivel de análisis al humor en Viña, no sólo en redes sociales, sino también en los medios. En serio, he leído algunos que dan para tesis académicas. Bien por el que se da el tiempo de hacerlo. Ahora, en mi humilde opinión y sin hacer un análisis en el nivel antes comentado (rutina, contenido, ritmo, etc…), creo que hay un hecho muy simple: se es divertido o fome.

Tengo un gran respeto por quienes hacen comedia, sobre todo, en un país donde en cualquier grupo familiar, de amigos o colegas, siempre hay uno o dos muy chistosos o buenos para la talla. Más allá de estar de acuerdo o no con sus historias de vida, temas que abordan, estilos o lenguaje utilizado, creo que es lo anterior lo que hace tan grandes a tipos como Coco Legrand, Kramer, Bombo Fica o el mismo Felipe Avello. ¡Los tipos son chistosos, divertidos y punto! Es decir, honestamente, no recuerdo ningún chiste bueno de Bombo Fica, pero recuerdo la forma en cómo cuenta sus historias y me da risa.

Jim Carrey es uno de mis grandes ídolos y el tipo es un crack, porque tiene el don de poder hacerte reír, más allá de que sus películas sean un bodrio. Además, en Estados Unidos está lleno de series y programas que son de comedia, y siempre hay un personaje más chistoso que otro, pero muy pocos logran hacer carrera fuera de esa determinada serie. Creo que ahí hay otro plus, lo que hace que hayan tipos geniales como el mismo Carrey o Ben Stiller, por ejemplo.

Y he pensando también en lo mediocres que nos estamos volviendo echándole la culpa al público, con epítetos como “roto, flaite, ignorante o escaso de neuronas para entender un humor tan intelectual”, la misma lógica cuando se habla de político y se apunta al “facho pobre” o los “zurdos”. Creo haber cometido ese error en más una oportunidad al hablar de música, y es que, por ejemplo, me carga el reggaetón, pero respeto a los muy buenos amigos que gustan de ese estilo. ¿Cómo tratarlos de descerebrados? ¿Quién o qué me da el derecho para creer que soy un ser superior por la música que escucho?

Todo esto me ha hecho reflexionar y he decido que no actuaré más así. La supuesta estatura moral e intelectual con que se elevan artificialmente algunas personas, de verdad, ya me descoloca y no quiero ser de los mismos.

Ángel Rogel

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