Cúcuta, una estrategia para el olvido

28 de Febrero 2019 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

Felipe Vergara
Doctor en Comunicación
Académico Unab

Unos de los principios básicos de toda acción humanitaria, es que para lograr su cometido, esta debe estar lo más alejada posible de la política. Cúcuta es justo el ejemplo de lo que no se debe hacer.

Por un lado, y seamos sinceros, al transparentar que la ayuda que llevó Chile al pueblo venezolano, se veía como más de lo que era, para uno 100 millones es una barbaridad, pero para un país como el nuestro no es gran cosa, basta compararlo con alguno de los aportes a la Teletón para confirmarlo; más aún y aunque no se ha hablado mucho, el costo de trasladar la ayuda, al Presidente y su comitiva costó cerca del doble de lo que se aportó; y ahí por fin entramos en el tema de fondo: esto no fue una acción humanitaria, fue una operación política, con una estrategia pensada, analizada, planificada y fracasada.

Partamos por las posibles razones detrás de esta operación. Primero tenemos un gobierno que ha demostrado falencias en su actuar de los últimos meses; entre el terremoto, incendios, inundaciones, declaraciones de ministros poco acertadas -Santelices, Cubillos y Ubilla(s)- y un presidente de vacaciones, se “venía marzo” y se venía mal. Ante ello y aprovechando el dilatado y poco justificado silencio de Michelle Bachelet, la defensa insensata del PC a la dictadura de Maduro y el “año sabático” de la oposición (que da para una columna aparte). Piñera y su canciller Ampuero consideraron oportuno un aterrizaje libertador a la frontera Colombo-Venezolana y, con ello, lograr atribuirse el liderazgo democrático regional.

Otra razón, desprendida de la misma, es la obsesión del Presidente por poder emular lo hecho por los ex mandatarios Lagos y Bachelet en materia internacional. A Piñera se le nota demasiado su anhelo de terminado su mandato, ocupar un cargo en alguna organización de representación mundial y esperaba quizá que una muestra de liderazgo ayudara en su aspiración. En esa misma línea, está su obsesión por crear un nuevo grupo regional en vez de reforzar algunos de los ya existentes.

Finalmente, la expedición libertadora fracasó partiendo porque sus socios de Brasil y Argentina no se sumaron, pero, además, porque se privilegió el rédito político por sobre lo humanitario, se mezcló la política interna con la crisis democrática en Venezuela, se gastó más en el remedio que en la enfermedad y se rompió -independiente del gobierno de turno- con la tradición de Estado en materia de política exterior. Lo que sí se logró fue distraer la atención mediática de lo que sucede en Chile, ahora está el festival y en una semana Cúcuta será historia. Salvo que el esperado cambio de gabinete enmiende los efectos de un mal verano.