En una de sus últimas entrevistas en TV, días antes de su asesinato, Jaime Guzmán valoraba el derrumbe de la Unión Soviética, pero a la vez manifestaba su disconformidad con el mundo unipolar que se había creado bajo el dominio absoluto de los Estados Unidos.
Cual triste paradoja, uno de los autores del crimen, Ricardo Palma Salamanca, se distancia en una entrevista publicada en “The Clinic” de la ideología comunista, a la que califica de intolerante y autoritaria.
Víctima y victimario parecen haberse alejado, en momentos distintos de su vida, del lenguaje político unipolar, que ha recrudecido últimamente, sobre todo, en relación con el drama de Venezuela.
Las declaraciones de Palma Salamanca no aminoran la gravedad del asesinato, pero ponen en evidencia cómo exponentes de una concepción política unipolar llegan a la conclusión que esta no conduce a ninguna parte. Porque quienes enarbolan las banderas unipolares podrán reclamar la consecuencia política como consigna, pero difícilmente contribuirán a solucionar cualquier tipo de crisis.
Para decirlo en términos concretos, en relación con Venezuela: ¿Se puede considerar al régimen de Maduro como una dictadura y a la vez oponerse decididamente a una intervención militar norteamericana? No sólo se puede: únicamente una comprensión integral del conflicto, que considere todos sus matices, podrá contribuir a su superación.
Jorge Gillies, académico
Comunicación Política
UTEM