Hace unos días, ocurrió un lamentable incidente en el Colegio Darío Salas de Chillán. Un profesor fue agredido por un alumno, con un golpe de puño en el rostro. Tristemente, este tipo de situaciones, junto con el bullying en el ámbito escolar, se han convertido en una tendencia en el país.
Tras esta agresión, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, comentó vía Twitter que “es indignante hecho ocurrido en escuela de Ñuble: alumno agrede con violencia a profesor y el resto de alumnos ríe y graba la imagen”.
Más allá de si el proyecto Aula Segura puede ser o no la solución, lo cierto es que estos episodios entregan algo irrefutable: la total falta de respeto a la autoridad en algunos alumnos.
Ni siquiera la figura del profesor despierta en estos estudiantes esa imagen de autoridad, de respeto. Que cuando él les habla, se integra lo que les dice. También, al parecer no existe la más mínima sensación de arrepentimiento, de saber que lo que se hizo es algo malo, inaceptable y que bajo ninguna perspectiva puede explicarse o entenderse.
En este panorama, también resulta fundamental la educación de la casa. Hace unas semanas, en el programa “Informe Especial” de TVN se trató el tema del bullying , con casos de niños de diez años que no querían seguir viviendo a causa de la violencia sufrida en el colegio. Una madre, desesperada, contactó a la mamá de uno de los agresores y ella le respondió que era “normal” esa violencia entre niños.
Y junto con ello, le agregó que si seguía llamándola, ella misma iría a su casa para que viera lo que es la violencia real. Sin dudas, con este tipo de ejemplos, se hace urgente poner límites.
NEPTUNO