Creyó Pedro de Valdivia que por fin le había dado el palo al gato en Quilacoya, con el primer poblamiento europeo de Hualqui, para sacar oro a destajo, con mano de obra no tan voluntaria de indios, un lavadero que no duró mucho. El lugar era, igualmente, bueno para hacer un fuerte y atajar a tantos facinerosos, siempre listos para llevarse las cosas ajenas, en eso estuvo García Hurtado de Mendoza, en 1560.
Sin embargo, el auténtico fundador fue el maestre de campo Salvador Cabrito, en nombre del gobernador Manuel d’Amat i Junyent, que bautizó el pueblo con el estupendo nombre de Villa de San Juan Bautista de Hualqui, el 14 de enero de 1757, proyectándose la plaza, calles, Iglesia parroquial, casa del corregidor, y una acogedora y amplia cárcel.
Debido al abandono y destrucción que dejó la guerra a muerte, los vecinos decidieron autogobernarse, proclamando en 1823 la República independiente de Hualqui, comandada por las autoridades locales, desde Concepción se enviaron tropas que aplacaron este movimiento, restableciendo el dominio estatal.
El nuevo intento separatista fue el resultado de una elección municipal en 1914, entre Los “democráticos” que controlaban el Municipio y los “conservadores” que resultaron ganadores en un proceso electoral altamente dudoso. Los resultados no fueron acatados por los municipales y no solo eso, en vista del abandono por parte del poder central, decidieron repetir la iniciativa del pasado siglo, proclamando la República de Hualqui, con bandera y todo, finalmente, un piquete de soldados enviados al efecto disolvió el motín en cuarenta y ocho horas.
O sea, no siempre los pueblos se quedan con las manos cruzadas, Hualqui le ha dejado mensajes a la ciudad de Concepción.
PROCOPIO