Opinión

Kofi Annan: Luces y sombras del ex secretario de la ONU

Por: Diario Concepción 25 de Agosto 2018
Fotografía: Cedida

Paulina Astroza
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales
Académica Universidad de Concepción

La noticia del fallecimiento del ex Secretario General, el ghanés Kofi Annan, no dejó indiferente a la comunidad internacional. Esta noticia llegó en momentos cruciales para la organización que dirigió entre 1997 y 2006. Cuando los embistes de los nacionalismos egoístas, la posición de Trump, la incertidumbre en las relaciones internacionales y la involución en algunos consensos logrados tras las Guerras Mundiales, la partida de su ex líder la toca sensiblemente.

Annan ocupó diferentes cargos al interior de la ONU hasta llegar a ser nombrado su séptimo Secretario General. Reconocido como un gran diplomático, carismático, elegante y preocupado de los derechos humanos en el mundo, su gestión tuvo luces y sombras. Entre las primeras, su oposición a la guerra en Irak de 2003 debe haber sido la más difícil y con consecuencias personales. Declarar ilegal la intervención liderada por el entonces Presidente George W. Bush y apoyada políticamente por el “trío de las Açores” (Bush, Blair y Aznar), fue complejo, pero necesario. Tras los atentados terroristas de Estados Unidos y la “guerra contra el terrorismo”, deslegitimar una intervención unilateral sin amparo en la Carta de la ONU del principal contribuyente de la organización fue su mayor muestra de coraje. Él mismo calificó este período como el “peor momento” de su gestión. Además, bajo su mandato se pudo concretar la puesta en marcha de la Corte Penal Internacional, la determinación de los Objetivos del Milenio y la preocupación creciente por los efectos del cambio climático. Se impulsaron grandes reformas en el funcionamiento y se pusieron temas sobre la agenda internacional.

Pero también tuvo sombras. Pesan sobre sus hombros críticas por su gestión del genocidio en Ruanda. Habiendo sido jefe de la Misión de Paz en 1994, su pasividad ante las informaciones oficiales que le llegaron sobre los riesgos de una masacre le siguen hasta hoy. Misma crítica en relación a la masacre en Srebrenica y los sucesos de Somalia. Se suma a esto la investigación de las irregularidades en el programa “Petróleo por Alimentos” que involucró a su hijo. Si bien pidió perdón y asumió la culpa por las masacres mencionadas y fue absuelto de las acusaciones del programa con Irak, estas gestiones fallidas tiñen su período al mando.

El Premio Nobel de la Paz marcó la ONU y dejó huella. Fue el reflejo de la impotencia de la organización y del cargo que ostentó, pero también representó una esperanza de cambios y adaptaciones al complejo escenario internacional. Lamentablemente, las nubes hoy son más amenazantes en el mundo y Kofi, como le llamaban, ya no estará.

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