Opinión

La maldad sin diferencia de género

Por: Procopio 24 de Agosto 2018

Puestos en el modo de la igualdad de género, resulta grato y alentador citar a personas del género femenino dignas de los mayores elogios por sus actuaciones en beneficio de la humanidad, que han sido injustamente ignoradas, cuando habrían podido servir de inspirador ejemplo para los varones, sobre todos a aquellos famosos por sus actos nefandos.

Sin embargo, a la hora de registrar acciones extraordinarias, se encuentra que en esto de las brutalidades varias, nuestra especie no hace distingos de naturaleza alguna, menos en lo que respecta a ser hombres o mujeres los encargados de dar la nota alta, en estos caso, la nota más baja.

Para muestra de este lamentable descubrimiento, se pueda aludir a la condesa Bárthory, una verdadera artista de las barbaridades. Nacida en 1560, esta aristócrata húngara fue bautizada como Elizabeth, quien pasó a la posteridad por dos motivos; su extraordinaria belleza y su crueldad extrema que la llevó a asesinar a centenares de jóvenes doncellas.

Torturaba a sus servidoras, por cualquier motivo, pero al morir su marido, que tampoco era un pozo de misericordia, perdió el control y cualquier semejanza con un ser humano. Tenía para entonces, algo así como cuarenta y cuatro años. Al empezar a perder lozanía, concibió la peregrina idea de que mediante frecuentes baños con sangre de gente joven podría recuperar su belleza en vías de extinción.

Costó mucho llevarla a juicio, por ser de la nobleza, pero con el pueblo indignado y violento, al final se hizo justicia, murió encerrada en una mazmorra sin ventanas, sin ver a nadie, comiendo lo que le deslizaban por una ranura, hicieron desaparecer sus restos. Quedan dos cosas claras: primero, la crueldad es transversal, y segundo, es mejor usar cremas hidratantes.

 

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