Las cifras oficiales son alarmantes: sólo el 17% de los chilenos acude a una Escuela de Conductores para aprender a manejar y luego sacar su licencia. El resultado, lo vemos todos los días. Conductores hablando por celular, personas que se maquillan, se afeitan, comen, fuman, manipulan la radio o equipos GPS mientras conducen. A la vez, el 97% de las personas que se presentan por primera vez a obtener una licencia de conducir, aprueba. A modo de ejemplo: en Europa y Estados Unidos sólo el 60% de las personas aprueba, por lo que las tasas de rechazo son muy altas. Alguien podría afirmar que los chilenos conducen mal porque la gran mayoría es autodidacta.
Entonces, otras cifras se hacen necesarias. El año pasado, 866 personas murieron en Chile debido a causa de los accidentes de tránsito. Más de 2 personas, todos los días. Además, hubo 32.437 lesionados en más de 42 mil accidentes.
Lo que todos estos números indican es que no basta con conocer medianamente las leyes de tránsito para ser una persona prudente y responsable al volante. Investigaciones en varios países han demostrado que tomar clases con expertos ayuda a no tomarse el manejo a la ligera.
Infelizmente, esta es una lección todavía no asimilada en Chile. Los hábitos poco prudentes arriba descritos (hablar por celular, afeitarse, etc.), conviven con prácticas más graves, como el consumo de alcohol y los excesos de velocidad. A este panorama, se debe agregar el hecho de que gran parte de los conductores son irascibles, poco sociables y muy poco empáticos con los peatones.
Está más que claro que urge implementar medidas – pedagógicas o punitivas – para cambiar el escenario.
AQUINO