
Lo mejor que he visto de este Mundial ha sido Croacia, Bélgica y Senegal. Los cuadriculados de Modric y Rakitic me recuerdan a esa Yugoslavia tan sudamericana, pero a la vez atleta. Los europeos menos europeos a la hora de jugar fútbol. Bélgica ha enfrentado rivales débiles, pero hizo lo que había que hacer y algo más: ocho goles en dos partidos. Y Senegal saca la cara por un continente que cada tanto amenaza despegar, pero siempre queda a medio camino.
Entretenida está la carrera por el goleador. Harry Kane es una máquina de anotar, independiente de si sus compañeros andan bien o mal. Se levanta de la cama y anota. Desde Lineker que no veía uno así. Lukaku tiene un circuito de buen fútbol a su alrededor y es el perfecto definidor, el que cierra lo que arma el resto. Y también está Cristiano, que se soltó rapidito con el partidazo y triplete contra España. El portugués tiene una oportunidad dorada de trapear con Messi, de anotarse en la lista grande al lado de Pelé, Maradona y los demás dioses. Esa lista donde a Lio se le exige una copa para entrar y no le sale.
Lo de Perú me recordó muchas cosas. Primero, al Chile de esos años antes de ganar la Copa América. A esos tiempos en que celebrábamos jugar bien, aunque éramos los primeros en volver a casa y sin puntos. También me recordó a la Colombia del autogol de Escobar. Esa que llegó muy candidata después de pasear a Argentina y se fue con el rabo entre las piernas. La diferencia es que a Colombia todos lo candidatearon. Perú, en cambio se candidateó solo, con sus 15 partidos invictos, con Guerrero perdonado. Se creyeron demasiado el cuento.
Y Sudamérica se ve tan poco protagonista. Con la Argentina de Sampaoli jugando horrible y sin siquiera un nombre propio para mirar y divertirse. En este equipo, el “Piojo” López era capitán. Y el Brasil de Tite deslavado, con Neymar aun cargando baterías de a poco, aunque igual le llevo fe. Con Uruguay ganando a los centros y el “Maestro” probando todo lo que pilla a ver si encuentra un “10” que se ponga la camiseta que hace rato dejó Forlán y a todos le queda grande. Y está Colombia ya sin Armero, Zúñiga, Yepes y otros, creyendo que son el mismo equipazo del 2014. ¿Será tan así?
Hasta ahora, un Mundial más de atletas que de cachañas. Una copa donde Modric y Kroos les dicen a todos cómo debe jugarse el fútbol actual. El de los penales. Ya van quince y ninguno es discutible. Con la generación de hoy, ya no. Ni siquiera se habla de los arbitrajes, como en tiempos de Bouchardeau o el penal de Brehme en la final contra Goicoechea. Un Mundial entretenido. Sin Chile, sin Italia y sin Messi.