Según la teoría de la evolución, de Charles Darwin, la especie evoluciona y mejora genéticamente a lo largo del tiempo. La muerte de ciertos individuos, causada por accidentes o conductas totalmente estúpidas, lo pone en evidencia. Los premios Darwin se crearon en Estados Unidos en 1985, como una forma de humor negro a muertes por causas absurdas.
En los últimos premios Darwin se evaluaron un total de 332 muertes nominadas a este galardón, previa verificación de la falta de cordura previa al fallecimiento. En el último año, los hombres fueron más tontos que las mujeres, de las 318 candidaturas válidas, sólo 36 eran femeninas. Es decir, el 88,7% de las muertes absurdas eran de varones.
Un ejemplo de este dudoso reconocimiento es el caso conocido como “Jato Rocker Car”, un creativo individuo que logró conseguir un cohete de combustible sólido de uso militar, que suele emplearse como impulsor de grandes proyectiles, y acoplarlo a su coche en un desierto de Arizona.
En cuanto hizo contacto para arrancar, el coche salió propulsado a 560 kilómetros por hora y realizó un recorrido de 4 kilómetros, más de la mitad de ellos en el aire, impactando contra todos las rocas y promontorios en su recorrido enloquecido, que terminó con todo el vehículo y el mismo, calcinados fuera de toda posibilidad de separación o de reconocimiento.
Leído superficialmente, este acontecimiento absolutamente real, es usual en la vida cotidiana solo que sin los cohetes, reemplazados por decisiones apresuradas y velocidades innecesarias, con resultados de lesiones de todo tipo, eso sí, sin reunir los requisitos necesarios que el reglamento estipula para recibir el premio Darwin.
PROCOPIO