Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva que viene acompañada de cambios orgánicos de origen innato, influidos por la experiencia.
En el campo de las emociones, suele haber acuerdo en cuales son buenas y cuales malas, no tan claramente cuales son primarias y cuales secundarias o aprendidas. Sin embargo, hay una forma de emoción que aunque conocida por la mayoría, no es por lo general considerada como una de ellas; el asco, una de las emociones básicas que ha sido casi olvidada por la psiquiatría y la psicología.
El asco es una emoción con una interesante historia evolutiva, para comprenderla es bueno recordar que el cerebro no es un órgano de diseño, sino que ha venido cambiando por millones de años para reaccionar cada vez mejor a las nuevas circunstancias, como un dispositivo que promueve respuestas adecuadas a las amenazas críticas para nuestra supervivencia, por medio de un sistema inmune, a toda suerte de agentes externos. Más antiguo es un sistema inmune conductual, una barrera de comportamientos que nos aleje de cosas amenazantes, el asco formaría parte de ese sistema.
Es muy interesante en este sentido la relación entre Asco y Moral. Los dos primeros niveles de emociones se podrían considerar desde el punto de vista evolutivo, pero en la relación entre asco y moral intervienen factores culturales. Nos dan asco los actos de algunas personas, salvo que los factores culturales sean de tal naturaleza que dichos actos resulten naturales y tolerables. Afortunadamente, para la mayor parte de nosotros, esta reacción de asco está perfectamente operativa, hay que hacer lo posible por no dejar que desaparezca, ya que es un eficaz indicador de lo inaceptable.
PROCOPIO