Protagonistas de una sonrisa que se queda
08 de Enero 2018 | Publicado por: Paulo Inostroza
Costaba creerlo. Fue a la hora de once, pero el pan quedó a un lado y el café se enfrió en una esquina, mientras el celular tiraba un detalle tras otro. Ojalá fuera mentira. De pronto, una foto del auto impactado y el escalofrío por todo el cuerpo. Yo los conocía, a unos más que otros, pero juntos siempre parecían ser solo uno. Es más, lo confieso, muchas veces quise ser parte de su equipo porque encontraba que lo pasaban muy bien trabajando y eso en la vida lo cuentan pocos. Le ponían pasión, mucha sonrisa y compañerismo. Adonde llegaban, siempre dejaban una sensación en el aire de “ya, ahora sí se armó”. Ellos eran la fiesta. Siempre.
Cuesta creerlo. El flaco se salvó y yo di gracias a quien haya que dárselas. Hay pocos como el Javi, gallos que siempre quieren que al otro le vaya bien, que no conoce la envidia, que pregunta a cada rato en qué puede ayudar y dar una mano. Que aplaude con fuerza el éxito ajeno. A eso, súmele la sonrisa y esa actitud de disfrutar la vida, que es tan linda y contagiosa. De pronto, me avisan que está en el hospital. Imagino que con mil cosas dando vueltas en su cabeza, pero vivo. Es la única noticia buena de un día oscurísimo.
A Gonzalo lo conocí después, por Parra. “Este es el capo”, me dijo un día. Sin duda, era de los mismos y con el apretón de manos y mirada amable siempre te hacía sentir que eras bienvenido. Estos tipos son gente que no saben cerrar la puerta de golpe ni hacerle la cruz a alguien. No les interesa bajar a otro para subir ellos porque la calidad de su trabajo habla por sí sola. Cuando veía Estación Campanil, yo decía “qué bacán que de Conce salga así”. Algo de calidad. Profesionales, capos en lo suyo, pero sobre todo personas sencillas y amables.
Menos conocí a Nelson, aunque siempre lo veía en las selfies o en los puntos de prensa. Sé que era del 21 de mayo. Tenía el mismo sello, la misma sonrisa, la misma sensación de que estaba feliz con la vida que le tocó, que no era de lujos, pero sí de muchos viajes y logros que contar a su familia a la hora de almuerzo. No salgo del asombro, me da rabia y siento que es tan injusto. Hay gente que se levanta amarga, pero la vida se lleva a quienes más la adoran. A dos cabros soñadores. Porque recuerdo sus programas pilotos que no funcionaron. Acertaban una, erraban tres y no importaba. Había que seguir porque trabajo y talento juntos siempre llegan a algún lado. Ese era su lema. Del Princeso, de Nelson, del Javi, que sé que se repondrá de esta.
Solo pretendo que sus familias sepan cómo los recordamos, porque los vamos a recordar siempre. Quizás estaban todo el tiempo detrás de cámara, pero su sonrisa siempre fue y será Protagonista.