Opinión

El 20% del Frente Amplio no era ideológico

Por: Diario Concepción 21 de Diciembre 2017
Fotografía: Agenda UNO

Ganó Sebastián Piñera, y de forma contundente. Votó más gente que en primera vuelta, casi medio millón de chilenos más, y eso deja sabrosas lecturas.

La Nueva Mayoría y Chile Vamos suelen tener un piso de votación ‘fiel’ que fluctúa entre 25% y 35% cada uno. Grupos que, más allá del candidato de turno, otorgarán el sufragio a su bando.

Lo interesante es que las últimas elecciones demuestran que el resto es sumamente flotante. Votos sin dueño, votos volátiles producto del desencanto del momento. Espacios que los han sabido colmar en su minuto Marco Enríquez, en menor medida Parisi, y ahora Beatriz Sánchez.

¿Es el 54% de la población de derecha? No. El 20% del Frente Amplio, ¿es necesariamente acérrimo frenteamplista? Tampoco.

Sin duda, a muchos votantes de Piñera los movilizó el temor, el ‘Chilezuela’, y a los miles de apoderados el supuesto fraude eleccionario cocinado en el oficialismo. Ese temor le ganó al antipiñerismo. Ese temor ayudó en parte a lograr 500 mil nuevos sufragios que salieron al rescate del ex presidente, ahora electo.

Pero más allá de las quejas, llamados a la autocrítica y lamentos de la centro izquierda (incluido el Frente Amplio), el voto flotante de los últimos años y el resultado del domingo demuestran que a larga lo más esencial termina siendo el nivel de competencia que transmite el candidato, o bien los atributos blandos que se le perciben. A pesar, incluso, de los cuestionamiento éticos.

Fue la cercanía y maternalidad de Bachelet en su minuto, y lo fue ahora la capacidad ejecutiva y tecnócrata que Piñera inspira en su electorado. Esto último frente a un candidato bonachón, pero percibido con menos habilidades administrativas.

No fue que el Frente Amplio no haya ido a las urnas. No fue solamente la falta de guiños de Guillier a esos votantes de primera vuelta, por mucho que ahora venga la avalancha de críticas de lado y lado.

El Frente Amplio se cuadró con las reformas de Bachelet, pero su electorado no le otorgó a pleno a Guillier la potestad de darles continuidad. Eso puede decir que los mayores atributos que percibió ese 20%, y que lo movilizó en primera vuelta, fueron el factor renovación en primer lugar y el factor credibilidad que inspira Beatriz Sánchez en segundo. No necesariamente el adherir a sus causas ideológicas.

Siguiendo este lineamiento, el porcentaje adicional que sumó Guillier en el balotaje más se explica en los votos de ME-O, buena parte de Goic, y no a rajatabla con el 20% de Beatriz. El resultado desestima la celebración de parte del oficialismo tras la primera vuelta, cuando se dijo que sumando la votación de los candidatos de centro-izquierda, Piñera saldría derrotado.

Antes se habló de los “Meo-piñeristas”, y quizás el domingo hubo un porcentaje de “Bea-piñeristas”. Votantes sin domicilio histórico, que pueden ‘perdonar’ ciertos anclajes ideológicos de candidatos que parecen opuestos –incluso antecedentes ligados a la ética-, pero que encuentran a la vez consensos en la renovación.

Quizás por eso también ganó Piñera. Porque a pesar de ser ex Presidente, el sector al que representa inspiró en algo –quizás como lo “menos malo”- la sensación de novedad en el votante sin domicilio ideológico. Mal que mal, son solo cuatro años de gobierno, en los últimos 28.

Cristóbal Hernández
Giro Estratégico

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