Opinión

Silencio, va a hablar uno en silla de ruedas

Por: Paulo Inostroza 06 de Noviembre 2017
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Uno corrió con Usain Bolt y hoy representa a Piñera. Otro fue crack del salto largo y hoy es la voz deportiva de Guillier. El otro, algo más agresivo y a un costado, exponía sobre el programa de Beatriz. Hablaron de todo. De conseguir más medallas para Chile, de mejor infraestructura, de aumentar las horas de Educación Física, de acabar con el sedentarismo. Tampoco se olvidaron de criticar al Ministerio del Deporte y el IND. Hablaron de todo, aparentemente. Una voz, en segunda fila, les dejó bien en claro que no.

Claudio les dijo a la cara: “hablaron de todo, menos de nosotros. Apenas nos nombraron una vez”. Él es deportista discapacitado. Con el silencio de fondo y mucha vergüenza en el rostro de los invitados, expuso las dificultades que viven hace mucho tiempo para darle vida al deporte paralímpico como corresponde. Aquí le ponen piedras al que ya usa silla de ruedas, así de duro es el camino. Proyectos por lucas que son menos que insuficientes, infraestructura poco inclusiva, falta de espacios y esa vista panorámica de líderes que parecen no verlos.

Sienten que no existen. Lo curioso es que cada vez son más los deportistas paralímpicos destacados y, por lo mismo, cada vez más las fotos de autoridades junto a medallistas discapacitados. Se pelean por esa postal. Nombres como Katherine Wollermann, Mauricio Orrego, Macarena Quero y Jorge Constant han generado un nuevo escenario: el discapacitado ya no mira el deporte solo como una instancia para mejorar algún problema motriz, como una recomendación médica. Hoy, quieren espacios para competir con sus pares porque cada vez son más los interesados en hacer deporte. Más y más. Ya no son dos basquetbolistas sin rival. Hoy faltan sillas y espacios porque son cinco contra cinco.

Hay talentos apoyados por municipios y se agradece, pero la gran tarea pendiente es crear más y mejores instancias para que broten más deportistas destacados y que puedan soñar como cualquier niño que recibe en Navidad una camiseta de Alexis Sánchez o ese que pide a sus papás que lo inscriban en el club de remo. Y ni siquiera para que logren medallas o canten el himno de Chile en otro país. Lo primero es que puedan disfrutar del deporte, que no lo sientan ajeno y que tengan opciones para elegir entre el tenis o el agua, como cualquiera de nosotros.

Y Claudio se fue medio disconforme. Pensando que tal vez el voto no sirve de nada o quizás confiando en que alguno tomó nota del tirón de orejas. Sabe que el tema con ellos avanza lento y cada pequeño paso ha costado guerra y pataleta. Porque muchos creen que al verlos, las autoridades no los toman en cuenta. El discapacitado ni siquiera siente que lo ven. Y no se trata solo de los políticos.

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