Opinión

Barril sin fondo

Por: Diario Concepción 04 de Noviembre 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Jorge Porter Taschkewitz
Ingeniero Comercial UdeC

No he escuchado a los candidatos a la Presidencia proponer medidas concretas para erradicar la pobreza, para incentivar el desarrollo de las regiones, y menos para desincentivar el exagerado crecimiento de la capital de Chile.

Y si hay algo en los atrasados programas presidenciales entregados o aún en preparación, son cosas generales en esos temas, que dan finalmente para cualquier explicación futura.  No hay objetivos, medidas, plazos, responsables y recursos.

La región metropolitana se ha transformado, desde hace años, en un barril sin fondo que traga los recursos de todos los chilenos. Para solucionar sus problemas, la élite no escatima en asignar lo que sea necesario.  Con soluciones cada vez más caras y sin priorizar con seriedad las necesidades de todo el país.

El gasto e inversión en Santiago ha llegado a niveles exorbitantes en infraestructura. Nuevas líneas del Metro (ya proponen hasta la línea 10), duplicación de los m2 del aeropuerto, rotondas de varios niveles, tranvías y trenes de superficie, están perforando todos los cerros que los rodean y otras obras, consumiendo los recursos de todos los chilenos y el tiempo de ministros y ministerios en desmedro de las necesidades básicas de regiones.

Son miles de millones de dólares anuales para la RM, y tenemos aún muchos pobres, últimamente al alza según el Banco Mundial.

Además, el empleo creado en los últimos 12 meses ha sido fundamentalmente en la región metropolitana llegando a ser el 68% del total de los empleos nuevos (INE, agosto 2017).

Del mismo modo, la calidad del empleo, en el sector estatal, es deficiente, por ejemplo, en el Ministerio de la SEGPRES a octubre 2017 muestra que son 433 trabajadores, de los cuales 38 son de planta, 137 a contrata y 258 a honorarios. 418 trabajadores son de la región metropolitana (96,5%) y 15 en otras regiones, 1 a contrata y 14 a honorarios.

Una muestra de la precariedad de los trabajadores en el sector estatal, lo cual se arreglaría, pero no se hace.

Una vez más, estamos llegando a una elección importante para el país, en la cual la autodenominada clase política chilena no da el ancho. Se las han arreglado para hacer crecer la cantidad de parlamentarios y los recursos dedicados a la política chica y a sus intereses, lo que la ciudadanía rechaza, y lo que tampoco se refleja en soluciones a los problemas del país.

Ese egoísmo que muestra la élite centralista, al no ver la pobreza ni las regiones, nos hace exigir modernización del Estado, autonomía y recursos necesarios y suficientes para nuestro desarrollo, que por muchos años hemos solicitado educadamente.

La paciencia humana tiene un límite.

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