Opinión

Se busca a quienes podrán defendernos

Por: Procopio 01 de Noviembre 2017

Hacerse cargo que los hombres- tal parece ser- la gran mayoría de las veces son honrados solo si les están mirando, ha sido una tarea desde que estos se juntaron para sacarse ventajas unos de otros, ingenioso dispositivo que se suele asimilar bastante a la idea de civilización.

En esto de estar civilizados, los griegos llevaban la batuta, por lo tanto esta situación no tardó en preocuparles y la respuesta fue la invención de Consejo del Areópago. Después de las reformas democráticas de Solón, sus miembros fueron  escogidos entre los ex -arcontes, es decir los magistrados de lo civil, sin participación de los estrategos, encargados de los asuntos militares.

La elección de los miembros de este Consejo, los areopagitas,  se hacía entonces entre lo más idóneo y probado de los magistrados, gente ya antigua a los cuales era de sumo complejo pasarles gato por liebre y cuya moral había pasado numerosas pruebas de la blancura, para hacerlo aún más selecto, podían postular solo ciudadanos atenienses químicamente puros.

El Areópago, la colina de Ares, es una pequeña colina rocosa de 115 metros de altura, situada al oeste de la Acrópolis. Puede considerarse como el Tribunal de Justicia más antiguo del mundo, domina el ágora de Atenas, en ese sitio, se suponía, fue juzgado Ares por un asesinato  vengativo, y también a Orestes por el asesinato de su madre, Clitemnestra.

Ese cuerpo de jueces  se encargaba de vigilar a las más altas autoridades, desde el más encumbrado a hasta los escalafones relativamente inferiores, con consecuencias ilimitadas si se probaba culpabilidad; muerte,  destierro, o expropiación de todos los bienes. Así como vamos sería aconsejable hacer una importación no tradicional de unos pocos areopagitas

 

 

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