Opinión

Carpe diem

Por: Diario Concepción 01 de Noviembre 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

“Carpe diem, nec minimum credula postero” decía Horacio. Para amar la vida con entusiasmo, porque es corta, armonizando el pensamiento y acción, más allá de las ilusiones y las más insensatas utopías, que en lugar de conducirnos hacia la felicidad, provocan el sufrimiento no sólo propio sino que también de otros.

Se trata de ser irreverentes y de aplastar cada vez que se pueda la monotonía impuesta, la tiránica inercia que impide toda transformación, evitando despeñarnos hacia las profundas honduras de la ingenuidad, así como quedar anquilosados en las redes de la pereza de esperar que otros siempre hagan el trabajo y de responsabilizar al resto de lo que sucede.

Frente al pensamiento convergente, el que implica enfrentar los problemas de manera convencional, respondiendo a los estímulos del modo que todos esperan, vale la pena darle una oportunidad al pensamiento divergente, que rompe con lo establecido, abriendo las puertas de par en par a la fantasía, la imaginación, pero también a la racionalidad y a la pasión que enciende la voluntad de acción y nos impulsa hacia delante. Es permitir crear, inventar, imaginar, estimular la mente más allá de lo que nos dicen que se puede o no hacer. Es darle espacio al razonamiento rebelde del artista y el científico, para que siembren el germen de lo distinto.

Para Lamberto Maffei: “Sin duda el pensamiento de Sócrates era irreverente desde el punto de vista pedagógico cuando se negaba a comunicar a los jóvenes la verdad y los estimulaba a pensar y a buscarla por su cuenta. Por eso era una especie de carcoma o, como se dice en el diálogo de Platón (Teeteto), un tábano que pica y estimula al caballo perezoso de la sociedad.

Dante tuvo un pensamiento irreverente, como lo tuvieron Galileo y Copérnico, que colocaron al Sol en el puesto de la Tierra, y antes que ellos, lo tuvo Jescucristo – << no he venido a traer la paz, sino la espada>> (Mateo, 10:34)-, que predicó la gloria de los humildes, y con ellos todos los grandes artistas”. Pero hoy en día no es rentable promover el arte y la ciencia. Los “expertos” en mercado y economía prefieren aislar a los que promueven un pensamiento diferente. Es mejor ignorarlos y ahogarlos.

Evitar el surgimiento de todo lo que pueda ser divergente. Mejor que nos desenvolvamos susurrando y rindiendo pleitesías a los mediocres de siempre, que aparentan estar allí enquistados con sus apellidos, sus amigos, sus banderas y sus influencias. No hay que pensar, sólo mirar hacia el suelo. Ellos lo saben todo. A nosotros nos permiten vivir creyendo que nuestra opinión vale algo y hay muchos candorosos convencidos de ser escuchados.

 

 

 

 

Etiquetas