Por: Ronald Ruf Wilkomirsky
Gerente de la Cámara de la Producción
y del Comercio de Concepción
Hasta hace algunos años, pensar que la tecnología se apoderaría de la mayoría de nuestras actividades era asociado con una visión futurista, lejana para muchos y cuyo quehacer podía limitarse a Silicon Valley. La realidad es distinta. La tecnología está en todo, desde los teléfonos hasta las grandes maquinarias industriales que han optimizado los procesos productivos de cientos de miles de empresas en el mundo entero.
La Región del Biobío se proyecta como un polo de desarrollo nacional para la innovación y el desarrollo de tecnología, apoyada por el proyecto del Parque Científico y Tecnológico, PACYT, y otras iniciativas que apuntan precisamente a generar, desde esta zona, modelos de negocios y herramientas que promuevan los cambios que el país requiere para enfrentar y competir codo a codo con la industria mundial.
Según expertos y académicos locales, Chile es de los países latinoamericanos que mayores potencialidades tiene en materia de generación de innovación, una característica muy particular de la Región del Biobío, cuya masa crítica está en condiciones de abordar desafíos de esta envergadura.
No obstante, para contar con ellos, es necesario generar previamente cambios de paradigmas, de reaprender a mirar el mundo y cómo nos lo solucionamos en el largo plazo, y acá las autoridades tienen una tarea por cumplir. En eso Asia nos lleva la delantera, pues su visión no tiene un plazo de meses, sino de años y en ocasiones de décadas, ya que toda innovación supone ensayo y error, mejoras y sin duda, consolidación.
En esta materia, la educación juega un rol clave. Hoy los niños vienen con una concepción del mundo que es diferente a la que teníamos quienes somos adultos. La globalización y el acceso a la información, permite a las nuevas generaciones plantear soluciones de manera práctica y con una lógica que además incorpora el respeto por el medioambiente.
Es tal vez con ellos con quienes debiéramos comenzara a trabajar para impulsarlos a emprender y que se transformen en generadores de nuevas ideas, sin temor a la equivocación, sino bajo la convicción que la tecnología y el conocimiento están al servicio de las comunidades. Que en todo lo que se desarrolle puedan y deban coexistir lo productivo y lo sustentable.
La transformación de la Región del Bío Bío en una suerte de Silicon Valley es una oportunidad para que en Chile la innovación deje de ser una utopía y se transforme en el motor de desarrollo de nuestra industria y nuestra sociedad.