Darnos por enterados que nuestro país tienen habitantes con una amplia diversidad genética es aparentemente de difícil digestión, saber que si nos buscan el ADN van a encontrar genes de sorprendente diversidad y que las razas puras son un cuento que ya no valía desde la prehistoria.
Es necesario reconocer que estamos por lo general bastante mezclados y con esa base encontrar puntos de acercamiento, al país le hace falta tanto la integración como la identidad, la primera se refiere a considerarnos todos semejantes y connacionales, no de sociedad utópicas, es decir, que nunca han tenido lugar, sino un país en el cual sus habitantes se sienten cómodos uno al lado del otro, aun con sus diferencias. La última, se refiere a mantener nuestros perfiles de nacionalidad, que incluye cultura y tradiciones, por no mencionar el orgullo de ser como somos, sin intención sarcástica, ya que los chilenos tienen mucho bueno que mostrar.
Según el estudio “Percepciones de Pueblos Originarios” realizado por el Instituto Nacional de la Juventud, que 6 de cada 10 jóvenes de etnias originarias cree que la sociedad chilena no los respeta. Al saber de la opinión de una encuesta a 1.032 jóvenes entre 15 a 29 años, el 58% de los cuales cree que a las comunidades indígenas se les discrimina mucho, seguido de un 32% que dice que son algo discriminados.
Sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes considera que los pueblos originarios son “nuestro origen”, y las diferencias se establecen al opinar sobre quien está a cargo de la inclusión; el Estado, toda la ciudadanía, las familias, algunos organismos técnicos, los actores religiosos. Como pasa en algunas preguntas complejas, la respuesta correcta es naturalmente, todas las anteriores.
PROCOPIO