“Si no hubiera sido tan rico, habría sido un buen hombre”. De niño, me llamó la atención esa frase que escuché en el “Ciudadano Kane”. Pensé que no necesariamente una cosa tenía que ver con la otra, pero con el tiempo me he dado cuenta que Orson Welles nunca miente. De niño, me contaron cuentos de Wilde, pero también uno donde Elías Figueroa se perdió el nacimiento de su hijo para tomar un avión y defender a Chile. Don Elías, un héroe.
Me contaron que los jugadores ganaban plata en sus clubes, pero por la “Roja” dejaban todo y jugaban. Que cantar el himno a estadio lleno era algo impagable. Que Zamorano nunca dijo “disculpen, cabros, pero el Madrid está primero”. Y eso que el altanero de Valdano ya lo tenía en su lista negra.
Da lo mismo que un deportista gane muchísima plata si realmente se la gana. Si PSG gasta lo que gasta en Neymar será porque eso es lo que el tipo genera y punto. Bien por el muchacho. Pero sí me enfada saber que “Pipe” Gutiérrez cobrará $270 millones por tirar tres pases al lado y no clasificar al Mundial. Pero también me carga que Bravo, Vidal y Sánchez ni se arruguen en pedir su cheque por 200 palos siendo tipos que en un día reciben el dinero que nosotros juntaríamos en un año, si las deudas nos dejaran juntarlo.
Imagino esa negociación, con un Bravo cada vez más cabrón, pidiendo que les paguen una millonada solo por estar. Ya ni siquiera por ganar. Simplemente, por estar. Porque “¿qué es Chile sin nosotros, sus estrellas?”
Y aun así el chiquillo del norte se amurra en el camarín porque no le salió un traspaso al PSG, Bravo se ausenta para adaptarse al City y Vidal se porta mal una y otra vez. Y al final, todos cobran igual y piden que nadie los critique. Que sus incuestionables cobros deportivos sirvan como escudo. “Acuérdense de todas las alegrías que les dimos”. Y sí, todos nos sentimos campeones al fin, sacamos pecho porque jugábamos de igual a igual contra cualquiera y hasta osamos tratar de hijos a los argentinos. Y nos identificamos con ustedes porque eran cabros de abajo, humildes, que le ganaron a la vida. Que parecían solo movidos por el hambre de triunfo.
Pero el fútbol cambió. Ya no es la pichanga de barrio donde querías ganarle a los del otro bloque por el honor. Ya no es el partido donde metías todo contra el curso de al lado solo para darle puntos a la alianza. Ahora todo es lucas. Y los clubes que están a punto de subir piensan más en negociar que en ascender y terminan fracasando. Pasa en Vial, pasa en Naval. Pasa en el Congreso, pasa en la vida. Voy donde cobre más y solo si se paga se hace. “Si no hubieran sido tan ricos, tal vez jugarían otro Mundial”. Igual se agradece, aunque nada fue gratis.