La reciente eliminación de Chile del Mundial de Rusia 2018, dejó de manifiesto nuevamente cómo el chileno pasa de blanco a negro sin ningún tipo de escalas. Tras el doloroso 0-3 frente a Brasil, de inmediato empezaron a circular rumores sobre constantes indisciplinas, salió a la luz una conversación de Jorge Sampaoli con algunos periodistas en 2015 -donde aseguraba que sería muy difícil clasificar a este torneo y también criticaba a varios jugadores- y también se cuestionó duramente al técnico Juan Antonio Pizzi.
Independiente de todo, y que efectivamente hubo errores en varios aspectos, como siempre que no se logra un objetivo que parecía perfectamente alcanzable, es necesario ser equilibrados. Pese a no mostrar un alto nivel en la última parte de la clasificatoria, y perder puntos increíbles como ante Paraguay y Bolivia, lo cierto es que se quedó al margen solo por diferencia de goles.
¿Se habría destapado todo lo anterior si la “Roja” al menos conseguía el repechaje? ¿Es justo condenar al equipo y al técnico de forma tan radical? Creo que no de la manera en que se ha hecho, encontrando todo malo. Sí se fracasó, no se logró una meta factible pero decir que se hizo todo mal es mucho. Aunque también es algo que pasa comúnmente en nuestra idiosincrasia, que se pasa del éxito a la derrota sin término medio: ahora somos los peores y hace unos meses, cuando se perdió la final de la Copa Confederaciones, éramos uno de los mejores equipos
del mundo.
Hay que sacar lecciones, planificar mejor y tratar de que no se pierda todo lo ganado en esta década. Con un necesario equilibrio.