No se sabe muy bien quién inventó la frase, ni tampoco cuándo los penquistas empezaron a creérsela.De lo que sí no hay duda es que, al menos durante la administración Díaz, la sentencia“Concepción, cuna del rock”, se institucionalizó. Es decir, fue adoptada como emblema y carta de navegación por el Gobierno Regional, que se propuso esculpir en piedra una frase que de otra forma bien se la podría haber llevado el viento.
Con ese fin se lanzó el festival Rock En Conce, más conocido cono REC, o más recientemente la iniciativa encabezada por el Sernatur Bío Bío, “La Ruta del Rock”, que según últimas informaciones, estaría cambiando su nombre a “La Ruta de la Música”, a fin de integrar otras manifestaciones musicales.
La pregunta de rigor es si pueden iniciativas gubernamentales, transformar una declaración de intenciones algo difusa en una certeza cultural indesmentible. La respuesta es categórica: por supuesto que sí.
Si hay un ente al que históricamente se le ha reconocido tener el poder y los recursos para “construir realidad”, ese es el Estado. Y es muy buena cosa que en esta oportunidad, un poder local se aboque a un fin tan loable como reforzar una tradición cultural para instalarla en el inconsciente colectivo nacional.
Eso sí, el desafío que tiene hoy quienes promueven ese cambio, es destruir una creencia que ya se está instalando, de que el “rock penquista” con derecho a difusión y exposición, es solo es que responde a ciertos patrones, ciertas influencias y está inmerso en ciertos círculos y circuitos. El desafío está en ampliar esos círculos e integrar y dar cabida a bandas con un trabajo más silencioso y subterráneo. Apuntar a descubrir un universo mucho más amplio, rico y diverso, tiene que ser el desafío de quienes buscan darle vida y sustento al mote de “cuna del rock”, mucho más allá de meros eslóganes pasajeros.
PIGMALIÓN