Eso escuché arriba de la micro. Un tipo hablaba por celular y, del otro lado, seguramente un amigo pregunta por algún trabajito. “Está difícil. Hacen lo mismo que uno, pero por menos lucas”. Cara larga, tono resignado y un pasajero que asiente con la cabeza como diciendo “bueno, el hombre tiene razón”. Un tipo joven, con la “23” del Bayern Munich. Sí, el mismo equipo que tiene 13 extranjeros, incluyendo al chileno y dos sudamericanos más.
Días antes, en el Subway, saludo a un moreno alto. Demasiado para no haber metido una bandeja en su vida. Pide el sándwich del día, en versión grande. Cuando va a pagar lo saludo y le digo “¿usted es Daniel, verdad?”. Se sorprende de que lo reconozca y le lanzo, con ingenua voz de fan, un “lo sigo desde niño. Gracias a usted, me gusta el básquetbol”. Lleva su bandeja al segundo piso y desde acá abajo se ve su sonrisa. Si usted es ochentero me va a entender. El panameño Viafora era pura magia.
Recuerdo cuando Naval admitió extranjeros en su plantel. Grito en el cielo. “Es tamos rompiendo las tradiciones. Esto ya no es Naval”. El “Gringo” Hilgenbrick no era un crack, pero sí cumplidor. No venía a robar y se ganó el respeto de la gente. Incluso, su cariño. El ancla acaba de ganarle 1-0 al poderoso Santa Cruz y el gol lo marcó Arnaldo Castillo. Un paraguayo de 20 años, con tremendas condiciones. Por ahí también pasaron Aseff, Grandis y Aquino.
Un técnico del Vial me dijo una vez: “me gusta traer paraguayos porque hacen su pega bien, no se quejan si llueve y son baratos”. Ese año, medio reboteado, llegó Manuel Maciel. Un fenómeno. El 2007 estaba jugando la final del torneo contra Colo Colo, haciendo piruetas por la UdeC. Por esta zona pasaron Lugo, Villamil, Omar Gó- mez, Sergio Díaz, Kempes, Sintas, Tigre Muñoz y una lista gigante de héroes locales. A mí, tráigame una docena de esos. Y de los otros, de esos olvidables… Bueno, que cada club haga su apuesta y si le apunta le apunta. En la vida, todos le erramos.
Lo importante es que jueguen los buenos y, cuando eso no ocurre, no pasa por el extranjero que viene a buscar suerte. Pasa por los representantes u otra suciedad de la que el fútbol está llena. No es gente que hace lo mismo que nosotros por menos lucas. Lo hace de manera distinta, para bien o para mal, pero nos permite aprender, crecer, sumar. Insisto: los buenos siempre tienen espacio, aunque hay que aguantar hartas. Generalmente, el que manda currículum espera y busca su lugar calladito igual que usted.
El tipo del celular baja en el paradero, frente al juzgado, y le da un “gracias” al conductor. Con una sonrisa, este le responde “de nada, amigo. Soy venezolano”.