Ora vez lo mismo. El Nacional castigado, el Monumental con el pasto mojado, cancha chica y medio mufa. Qué duda cabe, Ester Roa Rebolledo es la gran carta, en regiones se alienta de otra forma. Tampoco olvidemos del Preolímpico Sub 23, cuando la “Rojita” de Olmos, paseaba en primera fase, se marchó de Concepción y todo se fue al carajo. Los jugadores decían que fue un error irse, que se sentían como en casa, que en Conce la hacían. Está de cajón: en Collao le ganamos a Ecuador y estamos cerca de Rusia. Sampaoli sacó a Argentina y lo llevó a La Bombonera para tener a la gente brava de su lado. ¿Y por qué nosotros no? Si en Santiago van puros cuicos que miran el celular mientras Díaz se la toca otra vez a Aránguiz.
También es buen momento para que las autoridades metan la cuchara. “Nos estamos jugando la vida por traer a la selección”. Y tiramos el currículum entero arriba de la mesa, resaltamos que la Copa América fue un ejemplo de buena organización, que el público respondió. Lo compartimos en redes sociales. Tratamos de meter presión desde la oficina, desde la aplicación del teléfono. Imaginamos a la Maite y la Gala en la tribuna contraria al terminal de buses, a Medel sacándose fotos con los niños, al papá del “Matador” comprando sopaipillas, a Zamorano comentando en la caseta al lado de la Femenina.
Suena bonito, pero lejos de la realidad. Sería hermoso si vinieran a Concepción y al partido siguiente a Coquimbo, tal vez una fecha en Valparaíso. Pero la selección es de Santiago. Y ni siquiera… Es de una pequeña parte de Santiago. Es el mismo público VIP que paga 120 lucas por ver a Coldplay adelante. Público que calla cuando las cosas no salen, que pifia estando dos goles abajo porque entiende que la lucha se acabó. Gente que nunca ha luchado. Que nunca ha tenido que juntar moneda por moneda para estar ahí adentro y, quizás por eso, jamás se iría de la cancha faltando cinco minutos.
Esa gente paga abonos por todo el año y ni le duele. Pero exige que si compró un producto en una ciudad, mañana no puede estar en otra. Porque no se mueve por la selección, porque para ellos es como pagar por un microondas. Y el perraje hace fila y se gasta el dedo tecleando en internet a ver si agarra galucha en esa esquina donde se ve más o menos, pero se grita más. Ese sector donde Gary ordena pasar a saludar porque sabe quiénes son.
A regiones, un amistoso con Israel o uno con Venezuela probando equipo B. Migajas maquilladoras. Si quieren ver a la “Roja” viajen a Santiago, junten las lucas, luchen. Los de siempre hace rato vendieron lo último que quedaba por vender.