No parece posible que alguien deje de estar enterado que los chilenos estamos al borde del ataque de nervios.
En los colegios de antes, se les pedía a los niños, después de vivir una experiencia planificada, una visita a una fábrica, por ejemplo, que hicieran una composición sobre lo que habían visto, cualquiera de nosotros podría hacer uno de esos ensayos si se nos preguntara por qué estamos con los nervios de punta, partiendo de una larga lista. El hecho escueto es, sin embargo, que Chile tiene altas tasas de enfermedades mentales, a título de ejemplo, se describe que la proporción de chilenos que ha presentado síntomas depresivos casi duplica la de Estados Unidos, lo que no es poco.
Hay más datos muy tristes asociados a ese tipo de trastornos, la tasa de suicidios en nuestro país supera el promedio de la de los países de la Ocde. El suicidio en personas entre 20 y 44 años de edad es la segunda causa de muerte en Chile, concentrando 12,8% de las defunciones. En el caso de los hombres en este rango de edad, el suicidio constituye la primera causa de muerte, representando 14,9% del total de las defunciones.
A pesar de esa dura realidad conocida, los especialista médicos denuncian disminución en el incremento proporcional del presupuesto destinado a salud mental, pero, por sobre aquello, está la obligación de toda la sociedad chilena de salir al paso de las causas, cuáles son los factores en la actualidad que están abrumando a muchos de sus integrantes, qué les sucede a los chilenos para merecerse esa cifras tremendas.
Por lo pronto, urge a cada quien reexaminar su modalidad de vida, por ejemplo, lo que tiene comparado con lo que desea, el tamaño de sus ambiciones y la magnitud de sus prisas.
PROCOPIO