La guerra contra los moros termina oficialmente con la rendición de Granada, el 2 de enero de 1492, las llaves las entrega Boabdil, el último sultán, a Fernando e Isabel, los Reyes Católicos. Según la leyenda, cuando este infortunado personaje volteó la cabeza, con lágrimas en los ojos, para ver por última ocasión su reino, escuchó la voz de su madre, la sultana Aixa, diciendo la fría frase; “Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre”.
La circunstancia es dramática y la frase posiblemente falsa, pero el mensaje es particularmente elocuente, razón por la cual se le utiliza cada vez que alguien se lamenta por una pérdida que no se atrevió a evitar.
Desde la instalación del presente gobierno, se ha expresado que en su programa había una particular preocupación por el desarrollo regional, por la descentralización, una esperanza cum grano salis, actitud altamente recomendable de mostrar un sano escepticismo frente a una determinada afirmación y no darla por cierta sin tener mayores evidencias.
Fue una nueva oportunidad, que a pesar de los encendidos discursos de indeclinable compromiso, fue palideciendo hasta terminar con algunos logros menores, enmarcados en desproporcionada fanfarria, que en esencia no cambian un ápice el sitio y el peso del principal y único trono del país.
Es urgente saber de las intenciones de los postulantes a la presidencia sobre este tema, si es que les queda tiempo entre tanto debate interminable sobre las cuotas de poder y el vistoso y mediático reparto de puñaladas.
Lo último que puede pasar es perder la esperanza de empoderar a las regiones y tener más Chiles armoniosamente repartidos y no uno solo en la capital.
PROCOPIO